7/9/07

FAUNA SILVESTRE E INDIGENAS

TOMADO DE LA REVISTA AMBIENTICO # 114 MARZO 2003
JUAN DE DIOS VALDEZ
ESPECIALISTA EN MANEJO DE VIDA SILVESTRE
En las culturas precolombinas la fauna silvestre ocupaba un lugar central: era fuente de alimentos, de abrigo, de medicina y componente de las creencias religiosas y las prácticas artísticas -esto está suficientemente documentado respecto de las culturas azteca, maya e inca (por ejemplo, pieles de grandes mamíferos, colmillos y diversas plumas eran usados para representar poder y estatus dentro de la estructura social de los diferentes pueblos, y en sus esculturas y pinturas suelen sobresalir ciertos animales).

En la actualidad, la mayoría de pueblos indígenas sobrevivientes siguen practicando la cacería de subsistencia, aunque en escala menor, debido tanto a que sus territorios de caza han sido reducidos por los gobiernos, como a que ha disminuido el número de animales disponibles para la cacería como respuesta a la gran presión ejercida sobre ellos por parte de los pobladores y cazadores no indígenas. (Los animales más apetecidas son prioritariamente mamíferos -venados, chanchos de monte, saínos, dantas, monos, tepezcuintles, pizotes, guatuzas, etcétera-; pero también algunos reptiles y aves.)
Entre los indígenas bribris y cabécares de Talamanca, en Costa Rica, la cacería ha sido siempre una de las actividades privilegiadas, practicada en áreas de cultivo, adonde llegan ocasionalmente venados, armadillos, guatusas, tepezcuintles y pizotes; también los niños cazan pequeñas aves, conejos y guatuzas (Borge y Castillo 1997). Por lo menos uno de los miembros de cada familia sale a cazar una vez al mes y su estadía en la montaña es de por lo menos un día. El cazador observa cierto comportamiento de acuerdo con el clan al que pertenece; la normatividad del pueblo define qué animales se puede cazar. Las comunidades que se encuentran metidas en las montañas son las que realizan la cacería con mayor intensidad. Entre los animales cazados se encuentran 22 especies de mamíferos y 26 de aves. Actualmente, cuando de casualidad se caza lapas rojas o quetzales se observan estrictas normas de consumo -como, por ejemplo, que solo la gente mayor la puede comer (Ibid.).
Según los indígenas kuna, de Panamá, muchos animales fueron inicialmente humanos, por lo que hay que pedir perdón antes de darles muerte: "Nosotros y los animales somos casi lo mismo", dicen. Este pueblo practica la cacería en combinación con la actividad agrícola, la cual les reditúa una mayor cantidad de carne de monte (Ventocilla 1991). En los pueblos bribri y cabécar se cree que todos los animales de caza tienen reyes que pueden adoptar la forma de animal que les plazca. También se cree que los animales tienen una piedra en la cabeza y que, al ser cazados, el cazador tiene que correr rápidamente a recogerla y, de esta manera, tendrá una caza muy abundante hasta que el rey de los animales lo cace y lo mate (Aguilar 1986).
Los indígenas bibrís cazan ciertos animales exclusivamente para su uso en algún ritual: las serpientes (excepto la boa), el zopilote, el yigüirro, el zenzontle, el pájaro bobo, el león breñero, el oso hormiguero, el cusuco, el zorro pelón, la sarigüeya y sapos y ranas -entre otros. Estos animales no se pueden comer porque ayudaron al dios Sibö cuando construyó el mundo (Borge y Castillo 1997). En la historia y la mitología de los indígenas ngöbes, de Panamá, los animales son parte fundamental y se comunican de forma armoniosa con los humanos; el equilibrio entre éstos, los animales y en general los recursos naturales se rompió -según el mito- por una falta de la iguana. Las canciones que tienen los indígenas ngöbes para sus balserías -las cuales las siguen hoy cantando- son en referencia a la belleza de las aves, y no tiene lugar el romanticismo hacia las mujeres como en el mundo de los no indígenas.
Si se quiere que las tradicionales prácticas de aprovechamiento de la fauna por parte de los pueblos indígenas sigan estando presentes en su vida, los especialistas en manejo de vida silvestre tienen que trabajar mano a mano con esos pueblos, facilitando su plena participación y ganando su confianza.

Referencias bibliográficas
Aguilar, C. 1986. Religión y magia entre los indios de Costa Rica de origen sureño. Editorial de la Universidad de Costa Rica. San José.
Borge, C. y R. Castillo. 1997. Cultura y conservación en la Talamanca indígena. Euned. San José.
Séptimo, R. 1997. Historia de Keba Sula. pag. 1-6. PAN-ANAM-GTZ.
Ventocilla, J. 1991. Cacería y subsistencia en Cangadi, una comunidad de los indígenas kunas (Comarca de San Blas, Panamá). Tesis de Maestría, Universidad Nacional. Costa Rica.

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