7/9/07

¿EXISTE UNA CULTURA CENTROAMERICANA?

Por Carlos Meléndez, Costa Rica.
A partir del siglo XVI y durante todo el período de la dominación española hasta 1821, se constituyó la llamada Capitanía General o Reino de Guatemala. Tras la Independencia, parte de su territorio sufrió algunos cambios jurisdiccionales, como fue el caso de la provincia de Chiapas y Bocas del Toro. La República Federal de Centroamérica, que nació en 1824, no alcanzó a sobrevivir el cuarto de siglo, lo que llevó a partir de 1847 a su fragmentación en cinco estados independientes. Esta situación se ha mantenido hasta nuestros días.

Pese a tales estructuras formales, dicho territorio, desde los lejanos tiempos anteriores a la llegada de los españoles, nunca ha llegado a constituir una verdadera unidad cultural, la que ha venido acentuándose con posteriores procesos de colonización y de asentamientos humanos con grupos venidos de otras partes y con características socioculturales muy propias y bien diferenciadas.
Este texto busca presentar las profundas diferencias socioculturales que subyacen hasta nuestros días dentro de la sociedad centroamericana. Se enfocan las etapas que corresponden al período prehispánico, al colonial y el republicano. Se enfatiza en las fuertes diferenciaciones que se han producido entre los estados de Centroamérica, durante los siglos XIX y XX. En otras palabras, tras una aparente unidad, ha existido una muy fuerte diversidad cultural, aun en el ámbito interno de los estados, cuyos rasgos generales se determinan.
Se concluye con una crítica acerca de este proceso de desarticulación global, que hace de todo nuestro territorio, un pueblo con muy poco peso gravitacional en el orden político internacional, bastante disociado entre sí y poco preparado para el proceso de globalización al que tienden hoy muchas de las naciones del mundo.

Introducción
La temática de la presente ponencia es de suyo vasta, compleja y de gran interés para los centroamericanos todos. Cabría decir que es más tema para un libro, que para este pequeño ensayo. Por lo mismo, es nuestra intención presentar una breve síntesis, que permita llegar a nuestras afirmaciones finales.
Presentaremos primero un breve enfoque geográfico, que sin duda explica los condicionamientos ambientales que han influido en los desplazamientos humanos al través de la historia. Ya en el enfoque de estos procesos de ocupación del suelo por el hombre, señalaremos la existencia de tres etapas fundamentales en el proceso histórico de ocupación del territorio, a lo largo de los siglos. Después de todo ello, estableceremos las conclusiones básicas pertinentes, que justifican nuestro trabajo.

Fundamentos geográficos
La América Central es un territorio ístmico intermedio que se extiende entre las dos grandes masas continentales de Norte y Sur América. Se caracteriza por tener un sistema montañoso central, predominantemente de origen volcánico y con amplias llanuras costeras hacia ambos océanos, el Atlántico en su área del Caribe, y el Pacífico. El área del Caribe es predominantemente lluviosa, en donde predomina el bosque lluvioso tropical. La del Pacífico es mucho más seca y en particular predomina en él el bosque seco tropical.
Algunas de las montañas centrales se elevan a más de 3000 metros y existen alturas intermedias, que han facilitado los procesos de los asentamientos humanos.
Pese a la aparente unidad del istmo centroamericano, cabe apuntar que son más fáciles para el hombre los pasos transversales, que han influido bastante a lo largo de la historia. Son de destacar los pasos del istmo de Tehuantepec, cuencas de Comayagua y la del río Coco, la depresión del río San Juan y de los Lagos de Nicaragua, el paso transversal central de Costa Rica y la ruta del hoy Canal de Panamá.

Culturas precolombinas
Las primeras culturas son evidentes hoy únicamente a través de unos pocos trabajos en piedra y en incipientes fases cerámicas, que no permiten la determinación étnica de los pueblos que las produjeron. Muchas de ellas datan de hace más de diez mil años.
Es más avanzada la evolución sociocultural en el momento en que se puede ya determinar con claridad, quiénes produjeron tales trabajos. Ya fase cultural es que podemos ya hablar de una Alta Centroamérica, que se localiza en la parte del Norte, con pueblos estrechamente ligados a las culturas de Mesoamérica (en particular los Mayas y los Nahuas). Esta área incluye al sur de México y a toda Guatemala, El Salvador y el oeste de Honduras, desde el Golfo de Fonseca, a través del valle de Comayagua, hasta los límites orientales de las planicies de Sula (Stone, Doris. 1976: 1). La otra parte vendría a ser la Baja Centroamérica, la de las culturas que corresponden a la tradición suramericana, con niveles socioculturales inferiores a la primera. Corresponde al oriente y sur de Honduras, la parte central y oriental de Nicaragua, Costa Rica, excepto el área del Noroeste y toda Panamá.
La Alta Centroamérica tiene características culturales más evolucionadas que la Baja Centroamérica. Sin pretender entrar en detalles, debemos anotar que éstos eran ya pueblos agricultores evolucionados, contaban con verdaderos poblados, tenían con un grado avanzado de arquitectura, de religión, de artes y cultura. Los de la Baja Centroamérica eran más bien cultivadores, vivían en asentamientos humanos dispersos, carecían de auténtica arquitectura, su religión era bastante primitiva, sus artes eran sobre todo en la piedra y la cerámica y su cultura era bastante rudimentaria.
No es posible entrar a pormenorizar en todos los detalles relacionados con todas estas culturas, sobre las cuales existen autores muy conocidos y calificados. Lo importante viene a ser, que las culturas no han desaparecido del todo. Actualmente en Guatemala se puede hablar por caso de los mayaquichés, o de pueblos de habla nahua, como los Izalcos y Panchimalco en El Salvador. Otros pueblos de origen mexicano, se sabe llegaron incluso hasta Panamá (Lothrop, Samuel K. 1942)

Época de la dominación hispánica
Con la presencia de los conquistadores españoles, se constituye en el siglo XVI, un vasto territorio políticoadministrativo, que pasó a llamarse Capitanía General o Reino de Guatemala, el que se extendía por el norte desde Chiapas y llegaba por el sureste hasta Costa Rica. Las provincias que se constituyeron dentro de esta jurisdicción, fueron divididas de un modo totalmente arbitrario, motivo por el cual los grupos étnicos y culturales preexistentes eran heterogéneos, dado que no fueron demarcaciones culturales homogéneas y sus orígenes eran diferentes, como se ha apuntado ya desde el principio de este trabajo.
Parte del proceso de dominación por los españoles, condujo a la agrupación, en muchos casos, de grupos diferenciados, una vez que se realizó el proceso de las reducciones de pueblos de indios. En otros casos, como sucedió en la Verapaz, la tierra fue reservada a una orden religiosa, lo que impidió su fuerte proceso colonizador hispano.
El proceso del mestizaje comienza con la presencia hispánica y se acentúa en las siguientes centurias. Se muestra muy avanzado ya en el siglo XVIII, por razones comprensibles que no vamos a detallar.
Es bien sabido que las regiones del bosque lluvioso tropical centroamericano, localizado hacia el lado del Caribe, fueron poco propicias para el asentamiento de los peninsulares, de modo que el proceso colonizador hispánico, prevaleció hacia el lado del Pacífico. La excepción parcial fue quizás la provincia de Honduras.
El proceso de la conquista y colonización de Centro América, ha sido ya bien estudiado por diferentes autores. La violencia de los conquistadores en la parte principal de Guatemala, se pone de manifiesto con las acciones de Pedro de Alvarado, el principal protagonista de esta historia. En cierto modo, una sociedad vino a imponerse sobre la otra, para imponer sus propios patrones culturales y la coacción física y espiritual, durante casi tres siglos.
Empieza además el mestizaje biológico y la dramática imposición de patrones ajenos totalmente a su cultura y un sometimiento arbitrario de los pueblos que debieron aceptarlos para sobrevivir.
Por distintas razones, se dieron migraciones ajenas a ambos pueblos, tal el caso de las migraciones africanas. Desde muy temprana hora del siglo XVI, los negros africanos se encuentran presentes en nuestra tierra. El comercio esclavo estimuló estos procesos, con el fin de la explotación, tanto de los recursos de la tierra, tal el caso de las haciendas ganaderas, añileras, o azucareras; además la minería demandó un fuerte aporte de esta mano de obra servil, especialmente en la provincia minera del Reino, como era Honduras.
Pero la mayor inmigración africana, entró por las costas del Caribe, al amparo del vacío del dominio español en la zona. Ya a finales del siglo XVI, los ingleses frecuentaban ilícitamente estos territorios, teóricamente españoles. En 1576 el capitán Baker intentó apoderarse en vano de Trujillo y fue muerto en Guanaja. Tal fue el inicio.
La historia de la colonización de Belice, no es clara en sus orígenes. Se dice generalmente que empezó con la Compañía de Providencia, formada por un grupo de puritanos ingleses en 1629, para colonizar las islas de Santa Catalina o Providencia y otras próximas a la Mosquitia (Dobson, Narda. 1973: 48) Poco después comenzaron los ingleses a asentarse en Yucatán y la Bahía de Honduras y se permitió a los ingleses comprar a los comerciantes del área, a los holandeses, los esclavos negros (Ibídem, pág. 49). Bien conocida es la historia de las explotaciones madereras en Belice, iniciadas por los españoles en Campeche, pero que más tarde pasó a ser el fundamento de estos asentamientos de ingleses y de esclavos negros en sus ríos y costas.
Los bucaneros se asentaron temprano en el Caribe y en 1655 los ingleses se apoderaron de la isla de Jamaica y la convirtieron el su baluarte contra los españoles. La isla por muchos años, fue el centro del comercio esclavo africano. En esta misma centuria empezaron los primeros tratados entre Inglaterra y España, para otorgar concesiones para la explotación maderera en Belice, hecho que constituye el arranque de la servidumbre territorial y la posesión de dichas tierras por los ingleses.
En 1641 un navío portugués cargado de esclavos africanos, naufragó en la costa nororiental de Nicaragua. Los sobrevivientes secuestraron a muchas mujeres indígenas y las hicieron sus concubinas. De este modo surgieron los pueblos miskitos o zambosmosquitos, una mezcla étnica de indio y negro, que de niños hablan la lengua de la madre (india, emparentada con la lengua de los sumus) y de adultos la del padre (africana, con fuertes nexos con el croele jamaiquino)) (Conzemius, Aduard. 1984: 4853).
Por esos mismos años, se contaba allí mismo con la presencia de religiosos, los que establecieron en estas costas sus primeras misiones religiosas. No fueron los moravos los primeros evangelizadores de la Mosquitia, sino los misioneros protestantes asentados en el Cabo de Gracias a Dios, al menos desde 1631 (Jenkins, M., Jorge, 1986: 83). Las alianza de los indígenas de Nicaragua con los ingleses, empieza en esos mismos tiempos, aunque se hizo evidente durante el siglo XVIII. Esto explica incluso, los ataques de los indios a poblados españoles de Nicaragua a partir de finales del siglo XVII y en particular en la siguiente centuria (Op. cit., págs. 6067).
En la isla de Roatán y la costa Norte de Honduras, unas embarcaciones inglesas, dos naves de guerra y un bergantín, con cerca de cinco mil negros caribes (black caribs), condujeron desde la isla caribeña meridional de Saint Vincent, fremte a las costas de Venezuela, hasta la de Roatán y la costa de Trujillo en Honduras. Los ingleses temían una insurrección en su contra, motivo por el cual tomaron esta determinación. Estos negros caribes resultaron ser muy buenos trabajadores, se agrupaban en familias matrilocales y vivían en forma bastante independientes entre ellos mismos (MacRAE Taylor, Douglas. 1951: 2628).
Las relaciones de éstos con los ingleses, continuaron en adelante siempre siendo bastante cordiales. Hoy día sus pobladores se extienden por el norte hasta Belice y por el sur hasta Nicaragua. Constituyen uno de los casos más destacados de una asimilación casi completa con las sociedades con las que conviven. Son preponderantemente negros en su sangre, pero en lengua, morfología y sintaxis son principalmente caribearawakos, con aportes del español, francés e inglés (Op. cit., p. 138).
Un estudio más reciente sobre los Garífonas o negros caribes de Honduras (de Andrade Coelho, Ruy Galvao. 1981), destaca la importancia entre ellos del pan cazabe y de algunas plantas de origen africano. En lo que concierne al parentesco, anota que el sistema matrilineal y la autoridad del tío materno de los negros caribes, no se conservó. Agrega que la estructura social se basa en el respeto a los de mayor edad, parecido al sistema de los Yoruba en África. Anota además la división de aldeas en barrios, como una añeja tradición del origen insular caribeño ancestral (Op. cit., pág. 178). Hay en fin, un rico contenido cultural ancestral, de muy diversos orígenes.
Después de todo este complejo panorama con indios al margen del dominio hispánico y de los grupos de africanos e ingleses, podemos concluir con destacar la gran complejidad cultural del litoral caribeño de Centro América, a partir del siglo XVI y hasta nuestros días.

La época de la República
La Independencia de Centroamérica, acordada en la ciudad de Guatemala el día 15 de setiembre de 1821, marca el inicio de una nueva etapa, que llega hasta nuestros días. Entre 1824 y 1847, con grandes altibajos, subsiste la República Federal de Centro América. Este año y en el siguiente, los estados de Guatemala y Costa Rica proclaman la adopción por sus estados, de la República, ejemplo que pronto siguen los restantes estados. Esta etapa es a la vez de gran apertura con el mundo exterior, lo que lleva a la ejecución de diversos proyectos de colonización por parte de algunos países europeos.
Entre 1820 y 1824, el escocés Gregor MacGregor, al amparo de una concesión del Rey mosco y de los ingleses, obtuvo una vasta extensión de tierras para colonizar en el río
Tinto, en el oriente de Honduras. Fue llamado el Reino de Pollais. Este fraude prosiguió más tarde, sin lograr alcanzar mayor éxito (Op. cit., pág. 21).
Bien conocido es el caso de la colonización belga en Guatemala, los años de 1834 a 1844, muy bien estudiados por Griffith (1965). Esta se realizó con el apoyo de empresarios ingleses y del progresista gobernante Doctor Mariano Gálvez. La Vera Paz y la región del Lago de Izabal, y la bahía de Amatique, en el bajo Motagua en el Caribe, entonces en disputa por los ingleses asentados en Belice, fue el área destinada a esta colonización. Es cuando empieza la habilitación del puerto de Santo Tomás de Castilla. El proyecto fue un modo de poner freno al expansionismo inglés en detrimento de Guatemala. La Compañía Belga de Colonización que al efecto se constituyó, tropezó con múltiples dificultades de toda clase, lo que a la postre causó el despoblamiento del territorio y su fracaso final. Hubo alemanes integrados a esta colonización, y muchos de los colonos radicarían permanentemente en Guatemala, así como sus descendientes.
Muy poco tiempo después y a lo largo de los siglo XIX y XX, vendrían nuevos colonos alemanes. Buen conocido es el caso de la región de Alta Verapaz y de su desarrollo cafetalero (Wagner, Regine. 1996)
El desarrollo minero de los Montes del Aguacate y de la actividad cafetalera en Costa Rica, a partir de 1820, atrajeron a algunos ingleses y alemanes a este territorio. Mucho influyó luego, por 1848, la situación interna de Alemania, para estas primeras migraciones (Von Houwald, Göetz. 1975; Herrera Balharry, Eugenio. 1988). En 1847 la comunidad de los Hermanos Moravos de Hermhut inició sus trabajos en Bluefields, para continuar hasta hoy su muy reconocida labor misionera. (Von Houwald, Op. cit., p. 183195).
No nos es posible dar detalles acerca de esta rica de esta vasta temática, por lo que remitimos a los autores que se han citado. Igual sucede con la temática acerca de los inmigrantes franceses, italianos, españoles, ingleses, de los que deberíamos ocuparnos extensamente en este trabajo preliminar. Nos contentamos con citarlos, dada la ausencia de estudios de fondo.
Caso distinto viene a ser migraciones como los libaneses en Centroamérica. Sólo conocemos un libro específico, el que se ocupa sólo sobre Costa Rica (Burdiel de las Heras, María Cruz. 1991). Desconocemos la importancia que ellos han tenido, por ejemplo en Honduras y El Salvador y los restantes países del istmo.
Desde mediados del siglo XIX comenzaron las migraciones chinas en Centroamérica, pero el tema carece de un estudio global para el área citada. Parcialmente ha sido estudiado en Costa Rica también (Fonseca H., Zaida. 1979). No conocemos trabajos similares en otras partes del istmo.
De igual modo está por estudiarse la presencia de los judíos en Centroamérica, en particular a partir de la segunda mitad del siglo XIX (fuente principal, en particular para Panamá, viene a ser la obra de Fidanke, E. A. y autores, 1979). Costa Rica cuenta con un estudio de la inmigración de judíos en el presente siglo (Schifter, Jacobo, y Solera, Mario.1979).
La inmigración de negros jamaiquinos a partir de 1872, a raíz de la construcción de las obras del ferrocarril interoceánico de Costa Rica, ha sido estudiada por nosotros, en colaboración con Quince Duncan (1ª. Edición. 1972). Existe además un importante estudio sobre el tema (Olien, Michael. 1967). La era de los ferrocarriles en Centroamérica, promovieron numerosas inmigraciones de foráneos, todavía insuficientemente estudiadas.
Otro caso significativo, viene a ser el de la influencia norteamericana a raíz del descubrimiento del oro en California, a partir de 1858. La ruta interoceánica por Nicaragua y Panamá, activó la presencia de este pueblo. Una calificado autor (Brading, David I., 1976), tras cuidadosos estudios, llegó a establecer que entre 1848 y 1869 cruzaron con rumbo Atlántico Pacífico y viceversa, por los istmos de Nicaragua y Panamá, alrededor de 750.000 personas. De ellos cerca del 80 % lo hizo por la vía de Panamá. Y el resto, un 20% lo hizo por Nicaragua.(Op. cit. p 236). Aquí empieza la importancia política que para los norteamericanos adquirieron ambos países. La aventura de William Walker en Nicaragua, se explica dentro de este contexto y la influencia de los norteamericanos en el istmo, empieza con ello. De hecho, se dieron muchos matrimonios mixtos entre los hombres de Walker y muchos apellidos nicas tienen este origen. Lo mismo ocurriría lo mismo con la ocupación de los “marines” norteamericanos en los años iniciales de la década de 1910, en la guerra contra Sandino.
El cuadro de las migraciones internas centroamericanas en años más recientes, resulta ser bastante complejo, para siquiera entrar a detallarlo aquí. De mucha importancia han sido las emigraciones de Guatemala a México y viceversa, en años recientes, provenientes de Guatemala, a partir de las políticas genocidas que se dieron en Guatemala. El desarrollo de Guatemala durante los últimos cinco siglos, ha dependido de la población indígena, principalmente. Pero ese pueblo ha sido sojuzgado y ha quedado empobrecido. A finales de la década de los setentas, las tensiones sociales y étnicas condujeron a la guerra total, a la “guerra más sucia” de Centroamérica (Carmack, Robert H, compilador.1991:22). En particular la mayor parte de las muertes se dieron en los departamentos de Chimaltenango, el Quiché y San Marcos, El Premio Nóbel de la Paz otorgado a Rigoberta Menchú en 1992, constituyó un verdadero voto de censura a Guatemala por tantos eventos genocidas ocurridos en ese país.
De igual modo podemos hablar para El Salvador de los sucesos de 1932, con una suma de muertes mayor a las diez mil y quizás más bien a treinta mil, realizadas por órdenes del General Maximiliano Hernández Martínez. Vino luego la guerra con Honduras de 1969 y no mucho después la guerra civil en El Salvador en 1980. Estos eventos generaron muchas muertes y generó un éxodo muy importante de su población, hacia los países vecinos, a la que hay que agregar la que se dirigió hacia los Estados Unidos.
Muy poco se habla de los levantamientos contra el gobierno de Nicaragua, que tuvieron lugar en 1894 en la costa atlántica, a raíz del proceso llamado de la “reincorporación” de la Mosquitia. El evento marcaba el fin de la dominación inglesa, y el paso tenía su valiosa significación en dicha población (Cunningham, Mirna, en Kinloch Tijerino, Frances.1995).
La experiencia del sandinismo en Nicaragua es comparable con el caso anterior. En este caso, las migraciones se han dado hacia los Estados Unidos y hacia Costa Rica, situación que actualmente prevalece. Es de destacar la incapacidad política que tuvieron los sandinistas, para manejar las regiones de la costa atlántica del país. Convulsas situaciones de contrainsurgencia antisandinista, provocaron desplazamientos de indios mosquitos hasta Honduras como refugiados, en los años próximos a 1982. La CIA actuaba en contra del sandinismo, pero a la vez ellos desataron una política de exterminio contra los pueblos indígenas (Jenkins, Jorge. 1986: 372).
La profunda diferencia cultural entre el este o el occidente de Nicaragua y las tensiones que se generaron, obedecieron al desconocimiento existente en la mayor parte de los nicaragüenses de estas realidades, fueron las que llevaron a estos conflictos. La complejidad del problema llevó por la senda de la autonomía administrativa, los que son tenidos como históricos, económicos e ideológicos.
Debemos terminar aquí. Muchas cuestiones están pendientes entre las diferentes culturas que subyacen dentro de los pueblos centroamericanos. Es claro entonces que nuestro suelo es un verdadero mosaico de culturas, muchas de ellas todavía insuficientemente integradas dentro de la sociedad nacional. Existen áreas que podemos calificar de integradas, otras no lo son, lamentablemente. Es profunda la diferencia actual que existe entre las sociedades rurales y urbanas o entre las ciudades capitales y el resto del país.
Desde que nos desunimos en pequeñas fracciones territoriales, hemos perdido el peso gravitacional como una sociedad unitaria. La geografía, nuestra historia, las tradiciones culturales comunes, deberían llevarnos al restablecimiento de la unidad. Sin embargo, continuamos encerrado dentro de nuestras parcelas territoriales, y dejamos de pensar en que el mundo es más ancho y hermoso. Nos conocemos poco entre nosotros, y perdemos así la visión amplia de nuestros ríos, montañas, lagos y costas. Somos herederos de una cultura milenaria, que día a día se enriquece con el diario vivir. Sin embargo, no conocemos nuestra realidad, nuestra hermosa Centroamérica, la de Tikal y Copán, la de Antigua Guatemala, Comayagua y León Viejo. Nos olvidamos del caribe centroamericano afroindígena, de los indígenas guatemaltecos de Chichicastenango, de los de la Montaña de La Flor en Honduras, de los de Ilobasco o de Izalco en El Salvador, de los Ramas y Sumos de Nicaragua, de los Talamancas y Malekus de Costa Rica, todos ellos cargados de una muy rica herencia cultural.
¿Qué herencia nos dejaron los indígenas, los mestizos de las cofradías coloniales, las diferentes culturas europeas que se asentaron aquí en los siglos XIX y XX? Todo está por conocerse a fondo y valorarse. Esta es nuestra tarea en el presente.
Acaso nuestra falta de interiorización de la propia realidad en que vivimos y el europeísmo de las clases dirigentes que controlan el poder, nos han llevado total desconocimiento de la otra realidad, la que se produce en los pueblos marginados y marginales de nuestros países.
Centroamérica es muy rica en diferentes culturas, que no siempre llegamos a conocerlas a profundidad. No miremos sólo hacia fuera, conozcamos mejor cada día, nuestra riqueza cultural, valorémosla, dado que es un tesoro nuestro principal patrimonio.
Hoy día se habla mucho de globalización. ¿No es acaso la globalización, una visión integradora del mundo en que vivimos, con el fin de integrarnos a ella? Repitamos aquí, para concluir, la famosa sentencia del sabio Valle:
"El estudio más digno de un americano es la América. En este suelo nacimos, este suelo es nuestra patria. ¿Será el patriotismo un delito?"
Bibliografía
De Andrade Coelho, Ruy Galvao. (1981) Los negros caribes de Honduras. (Traducción de Guadalupe Carías Z). Editorial Guaymuras. Tegucigalpa. Honduras

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