27/10/08

Pronunciamiento de los pueblos indígenas Bríbris, acerca de las exploraciones mineras en Talamanca

La Madre Tierra, no se vende ni se destruye, ella nos da vida y protección, Sibö nos la dio para cuidarla y respetarla, no para entregarla a las empresas extranjeras y traidores.
CONSIDERANDO:
1.Que hemos tenido conocimiento mediante consulta y análisis de los expedientes No. 150T-2007 Y 95-T-2008 de Geologías y Minas del MINAE de que la Asociación de Desarrollo Integral del Territorio Indígena Bríbri de Talamanca ha realizado solicitud de permiso para la exploración minera en nuestro territorio.

2.Que dichas solicitudes fueron realizadas una por medio del actual presidente de ADITRIBI y la otra por el expresidente de esta misma asociación, hoy ejecutivo del CONAI.

3.Que la minería es una de las actividades más contaminantes y destructoras del ambiente que existen. Destruye los bosques, contamina las aguas, degrada los suelos, mata la flora y la fauna y la vida humana. Amenaza la riqueza natural que los pueblos indígenas hemos respetado y cuidado durante siglos y pone en peligro mortal a nuestras comunidades.

4.Que las comunidades indígenas del Territorio Bríbri de Talamanca no hemos sido consultadas sobre estas solicitudes de exploración minera, ni ADITRIBI nos ha informado sobre las mismas.

5.Que en el plan de trabajo aprobado en la última Asamblea General de Asociados de ADITRIBI se acordó que las decisiones sobre el manejo de recursos naturales estratégicos como el agua, bosques, energía, petróleo y minerales debían ser de competencia exclusiva de la Asamblea General de Asociados de ADITRIBI y no de la Junta Directiva.

MANIFESTAMOS LO SIGUIENTE:
Las comunidades indígenas Bríbri de Talamanca rechazamos rotundamente la realización de actividades mineras en nuestros territorios. Iniciar exploraciones mineras en Talamanca es abrirle las puertas a nuestro hogar a la voraces corporaciones mineras. Es totalmente contradictorio argumentar que se puede proteger la naturaleza, solicitando exploraciones mineras, existiendo otras formas y experiencias para conservar y proteger los recursos naturales.
Por lo tanto, rechazamos que se afirme que somos los pueblos indígenas quienes estamos solicitando realizar exploración minera en nuestro territorio.
Denunciamos que estas gestiones realizadas a espaldas de las comunidades violentan los artículos 6 y 15 del Convenio #169 sobre los Pueblos Indígenas de la OIT, ya que no ha existido consulta adecuada a las comunidades con base en el principio de buena fe. No pueda haber buena fe si se oculta información y se pretende hablar de las comunidades sin consultarlas.
Informamos a la opinión pública que la Junta Directiva de ADITRIBI no está autorizada para solicitar permisos para exploración minera a nombre de las comunidades indígenas y no ha consultado estas acciones con la Asamblea de Asociados de ADITRIBI, con esto ha irrespetado el acuerdo de la última asamblea de la asociación.
Denunciamos además, la complicidad de la CONAI y sus abogados con la Asociación, quienes desde su investidura de representantes indígenas pretenden a través de las gestiones legales entregar el territorio y sus recursos naturales.
Exigimos al Estado costarricense el archivo inmediato de todas las solicitudes de permisos y concesiones de exploración y explotación minera en territorios indígenas Bríbri de Talamanca y la cancelación de todos los proyectos dirigidos a la exploración irracional de los recursos naturales de nuestros territorios, como extracción de materiales de ríos y causes, represas y maga proyectos hidroeléctricos, extracción maderera y destrucción de los bosques entre otros.
Exigimos a los demás miembros de la Junta Directiva de ADITRIBI que se pronuncien en forma inmediata sobre esta grave situación, haciendo constar su posición sobre las exploraciones mineras en Talamanca. Así mismo, demandamos a la Junta Directiva de ADITRIBI la cancelación de todos los poderes legales otorgados para realizar trámites de minería y la urgente convocatoria a una asamblea general extraordinaria de la asociación para conocer sobre las irregularidades cometidas por el presidente de la junta directiva y demás miembros responsables en relación con estas solicitudes de exploración minera, la destitución inmediata de sus cargos previo debido proceso y el nombramiento de los puestos vacantes. Si la Junta Directiva no convoca a esta asamblea a la mayor brevedad posible, procederemos a convocarla directamente los asociados mediante la recolección de firmas.
Bríbri, Talamanca, 29 de agosto del 2008.
MOVIMIENTO TALAMANCA POR LA VIDA Y POR LA TIERRA

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8/10/08

LA OPINION ABORIGEN SOBRE LA CONQUISTA

Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban por nosotros.
No había enfermedades entonces, no había pecado entonces, no había dolores de huesos. No había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho. No había enflaquecimientos. Sanos vivíamos.
Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabo, desde que ellos llegaron con sus odios pestilentes y su nuevo dios y sus horrorosos perros de caza, sus sanguinarios perros de guerra de ojos extrañamente amarillos. Sus perros asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y sus cabellos amarillos y la ambición y el engaño y la traición y nuestro dolor de siglos reflejados en sus ojos inquietos, nada quedo en pie, todo lo quemaron, todo lo arrasaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. Cincuenta y seis millones de los nuestros, cincuenta y seis millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aun arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las mas grandes culturas del mundo, que se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad, y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear el oro, la plata y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con terribles castigos, como si pudiera haber castigo mayor, que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejarlos que entraran en nuestras casas y templos y valles y montañas.
Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer todavía peleamos por nuestra propia identidad."

Antes de la invasión, el continente americano era habitado por seres humanos iguales unos a otros a pesar de las castas sociales. A estas personas que habitaron miles de años estas tierras, sin tener ningún tipo de contacto con el hombre blanco en todo este tiempo (salvo tal vez algunas incursiones vikingas en Norteamérica) se los conoce como aborígenes.
Ahora bien, si previamente a la conquista existieron seres humanos capaces de organizarse en ciudades-estados teocráticos y crear calendarios y alfabetos, no se explica la concepción del aborigen acuñada por los europeos; sino a través de una óptica religiosa intolerante, en conjunto con el verdadero móvil de la invasión, que no fue otro que la ambición, convirtiéndose el primero en justificación del segundo.
Es así como el conquistador, al expandir por América su verdadera y absoluta religión, junto con sus sistemas cuasifeudales y esclavizantes, impulsado por la codicia desmoralizada de la cual está impregnada la invasión de América, produce una transmutación en el aborigen, cuyo resultado es el indio, un ser inferior e infrahumano.
En esta metamorfosis sufrida por el ser autóctono americano, tuvieron gran relevancia las masacres y las enfermedades que diezmaron la población, además de las creencias religiosas que los inducía a una vida pacífica y resignada.
Pero el invasor no se conformó con degradar al aborigen a un plano casi animal , sino que su exacerbado etnocentrismo lo llevó también a envilecer la cultural autóctona por medio del etnocidio y la deculturación.
Hoy, más de 500 años después, el indio es conciente de lo que le ocurre a sí mismo y a sus hermanos en toda América; se da cuenta del lugar que ocupa en la sociedad occidental y del concepto de sí mismo que esta cultura etnocéntrica le impone. Él conoce de discriminación, violencia y miseria más que nadie; sabe del peso de creerse inferior.
Pero es en la actualidad cuando comienza a reencontrarse con sus raíces, comienza a rechazar la universalidad de la historia europea para creer en la propia, callada por varios siglos. Es precisamente en ésta, junto con la cotidianidad de sus costumbres y la repetición de sus ritos ancestrales, en donde reside la base de la nueva identidad india. Ésta, ya no será de pseudoinferioridad, sino que se basará en una escala de valores propia de su cultura, que es la continuación de la aborigen previa a la invasión.
Finalmente, el europeo transforma al aborigen (un ser humano pensante, racional, con un patrón cultural propio) en un ente casi animal, sin capacidad de pensar y gobernado por instintos viles, que no es otro que el indio. Esta concepción, que tilda a los pueblos americanos autóctonos de inferiores, perduró casi cinco siglos en la mente de todos los pueblos, y es en la actualidad cuando el indio se reconoce como igual, ve en su historia una continuidad que no ha sido interrumpida por la invasión y gracias a eso, es que puede rescatar parte de su antigua identidad cultural para conformar la nueva.
Fragmento tomado de Monografias.com
LOS PUEBLOS INDIGENAS Y LA BUSQUEDA DE SU PROPIA IDENTIDAD
TRABAJO REALIZADO POR:
MARCELO GALAZ
AVELLANEDA-SANTA FE-ARGENTINA
galazmarcelo14[arroba]hotmail.com
mgalaz13[arroba]yahoo.com.ar


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4/10/08

LA DISCRIMINACION HACIA LAS MUJERES INDIGENAS

Marisol Nolasco Melesio, 2001
Cuarta Visitaduría General México
Dirección General de Asuntos Indígenas
Comisión Nacional de los Derechos Humanos

Resulta poco novedoso, pero es importante recalcarlo, las mujeres indígenas sufren cuatro discriminaciones: por ser mujeres, en lo laboral, por ser pobres y por ser indias. Las tres últimas se manifiestan en los ámbitos regionales y nacional, la última, además, se manifiesta al interior de su sociedad. No existe un concepto de mujer indígena, son tantas como Pueblos Indios hay.
México alberga la concentración más numerosa de indígenas en el Continente Americano. Según proyecciones de población, hay poco más de 10 millones de indígenas, la mitad de ellos son mujeres. La diversidad se ve reflejada en la existencia de, al menos, 62 Pueblos Indios, que tienen como rasgos comunes el uso de lenguas originarias, sentido de pertenencia a un colectivo étnico diferenciado, esquemas de valores diferentes y sistemas sociales propios, mediante los cuales se organizan para la toma de decisiones, para la reglamentación del acceso y distribución de los recursos, para la definición de derechos y obligaciones de sus integrantes y para la resolución de conflictos.
Es necesario recordar que uno de los elementos que mantiene unidos a las comunidades y Pueblos Indígenas, es la identidad cultural. Los individuos aprenden la cosmogonía, ese sistema de creencias que explica y da coherencia a su forma de vida y por medio de la cual se relacionarán con el mundo a lo largo de su existencia y también, aprehenden su cultura a través del proceso de endoculturación, en él adquieren el idioma propio, conocen a su familia cercana y distinguen a los de su pueblo. En este proceso, el papel de la mujer es fundamental, ya que ella hereda los patrones culturales básicos, por ello, es la que tiene mayor capacidad para introducir cambios sociales.

La identidad cultural pasa, necesariamente, por el reconocimiento de que los sujetos sociales se organizan a partir de un orden y una clasificación, que forma y consolida identidades colectivas, diferentes a la identidad nacional. Es decir, que da lugar al establecimiento de grupos sociales que se cohesionan a partir de ciertos principios. La idea de ”todos diferentes y todos iguales" cobra especial significación en el reconocimiento del derecho a la identidad cultural.
Es necesario distinguir al menos dos niveles de significado para el concepto de identidad cultural. Por un lado, la identidad individual, en la que se destacan las notas o los rasgos que caracterizan a un sujeto determinado frente a todos los demás y, por el otro, la identidad colectiva, que es aquella que se hace patente cuando una persona se representa o reconoce como miembro de una comunidad determinada. Ambos tipos de identidad son fundamentales para el reconocimiento de derechos al interior del grupo.
Las culturas indígenas, depositarias de una concepción del mundo y de la vida que pregona la complementariedad entre hombres y mujeres, sin embargo, otorgan una jerarquía mayor a lo masculino y circunscriben el ámbito de acción de lo femenino a la dimensión mítico-ritual de reproducción de la vida y al espacio doméstico.
Esta mayor jerarquía de lo masculino se traduce en una posición privilegiada que permite a los varones decidir el rumbo de sus vidas y satisfacer prioritariamente sus necesidades esenciales. En varias culturas indígenas, el destino principal de las mujeres es estar junto a sus hombres, cuidar de sus familias y apoyar para la satisfacción de las necesidades básicas de su comunidad.
Las mujeres indígenas, como los demás integrantes de sus comunidades, pasan por determinadas etapas y ceremonias cíclicas durante el transcurso de sus vidas. Las prescripciones, normas y expectativas de comportamiento que se espera que cubran por su sola pertenencia a la comunidad, se inician desde su nacimiento, cuando se les atribuye un estereotipo de género al que tendrán que amoldarse en las diferentes etapas de su vida. Así cuando son niñas se les educa para aprender las labores domésticas, la subordinación a los varones, la sumisión en cuanto al cumplimiento de instrucciones y, en general, un conjunto de actitudes de obediencia hacia los demás. En la pubertad se anuncia que ya están aptas para procrear y por tanto para el matrimonio, etapa en la que adquieren las responsabilidades para las que fueron preparadas. En su vejez adquieren el derecho a mandar, sobre todo a las mujeres más jóvenes. Al morir, pasan a formar parte del panteón de antepasados míticos del grupo.
Estos ciclos de vida forman parte de la organización y la estructura sociales así como de las relaciones entre los géneros y se concatenan con el calendario agrícola, la organización territorial, la organización social del trabajo, la constitución de la estructura de autoridades y sus funciones y hasta con las festividades religiosas.
Con frecuencia se escucha que en las comunidades indígenas persisten tradiciones y costumbres que pueden resultar lesivas para las mujeres; por ejemplo, las costumbres asociadas al matrimonio o a la formación de la pareja. Según algunas de estas tradiciones el matrimonio es un asunto que compete principalmente a los padres y a los parientes de los posibles contrayentes, quienes deciden si se efectuará o no la unión y los términos de la misma. Éstos generalmente implican la entrega de dinero o bienes de diferente valor a la familia de la novia, muchas veces sin tomar en consideración la opinión de la elegida. Hay que considerar también, que con frecuencia individuos de la sociedad occidental cometen abusos aprovechando los Usos y Costumbres, por ejemplo el comprar jóvenes indígenas para el trabajo doméstico o para la prostitución.
Laboralmente se les discrimina porque cuando se contratan como peones, ya sea en su propia tierra o en otros estados, se les paga un salario menor que el del hombre, así sucede en las plantaciones de San Quintín, Baja California, las de Sinaloa, en las fincas cafetaleras de Chiapas y en las zonas cañeras del Sur Veracruz.
También sufren la discriminación de la pobreza que les impide acceder, de manera digna, a los servicios elementales de salud, nutrición, educación, etc., llegando a carecer hasta de los servicios de seguridad y procuración de justicia. Es bien sabido que los narcotraficantes obligan, por la compra o la amenaza, a los indígenas a sembrar y transportar enervantes y no existe cuerpo de seguridad que los defienda de estas agresiones. Cuando un indígena llega a la ciudad, desde la estación de camiones hay grupos prestos a asaltarlo y robarle las pocas pertenencias y dinero que traen, cuando tratan de levantar una queja se encuentran con las barreras del idioma y la discriminación. Lo mismo sucede cuando, también con frecuencia, se solicita a mujeres que viajan en autobuses foráneos que lleven “encargos” que resultan ser droga, la mayor parte de las mujeres indígenas encarceladas por delitos contra la salud, se encuentran privadas de su libertad por esta razón.
Otra de las discriminaciones más frecuentes es la de pertenecer a un grupo étnico diferente, la competencia entre el “nosotros” y el “ellos” provoca exclusión de derechos. Esta intolerancia imposibilita la convivencia armónica entre grupos y personas que tienen diferentes estilos de vida, costumbres y tradiciones.
Finalmente, el ser mujer, en un mundo gobernado e inventado por los hombres acarrea problemas que pueden llegar a ser tan serios como el denominado “venta de mujeres” o los matrimonios obligados. Un ejemplo interesante se presentó en la reciente reunión del Congreso Nacional Indígena en Nurío, Michoacán, el tema de discusión era sobre Los Acuerdos de San Andrés y la propuesta de Ley Indígena de la COCOPA. Aquí, las mujeres indígenas ahí presentes solicitaron contar con una mesa de discusión sólo para mujeres, porque en las mesas mixtas los hombres las cohíben, no les permiten hablar libremente.
Los puntos resolutivos de esta mesa, además de aquellos relativos a la legislación indígena, contemplaron problemas exclusivos de las mujeres:
Exigir la participación de las mujeres.
Establecer alianzas con mujeres
Trabajar de manera conjunta las mujeres con las organizaciones
Realizar una campaña de capacitación dirigida especialmente a las mujeres en torno a la propuesta de la COCOPA
Establecer el contacto con las Comisiones de Género y Equidad de los Congresos de los Estados y a nivel federal, para convencer a las diputada y senadoras para que apoyen y aprueben los acuerdos de la COCOPA.
Que las mujeres emitan sus propias propuestas. (decidir).
Este tipo de peticiones también se refleja en la “Ley Revolucionaria de las Mujeres", vigente en las comunidades de bases de apoyo zapatistas.
Ley revolucionaria de Mujeres:
Primero: Las mujeres, sin importar su raza, credo, color o filiación política, tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen.
Segundo: Las mujeres tienen derecho de trabajar y recibir un salario justo.
Tercero: Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar.
Cuarto: Las mujeres tiene derecho a participar en los asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas libre y democráticamente.
Quinto: Las mujeres y sus hijos tienen derecho a atención primaria en su salud y alimentación.
Sexto: Las mujeres y sus hijos tienen derecho a la educación.
Séptimo: Las mujeres tienen derecho a elegir su pareja y a no ser obligadas por la fuerza a contraer matrimonio.
Octavo: Ninguna mujer podrá ser golpeada o maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos de intento de violación o violación serán castigados severamente. (trato digno).
Noveno: Las mujeres podrán ocupar cargos de dirección en la organización y tener grados militares en las fuerzas armadas revolucionarias.
Décimo: Las mujeres tendrán todos los derechos y obligaciones que señalan las leyes y reglamentos revolucionarios. (equidad).
Así, queda en evidencia que las demandas de las mujeres indígenas, tanto en el foro de Nurío, como en Chiapas, son similares. Sin embrago, no se puede soslayar el hecho de que las mujeres en general y las indígenas en particular sufren discriminación.
La discriminación [2], como práctica social, implica separar, distinguir, diferenciar y excluir, se refleja en costumbres que hacen distinciones injustificadas y arbitrarias, o que niegan a ciertos individuos igualdad de trato con respecto a otros debido a su pertenencia a un grupo diferente y tienen como objeto anular o restringir el goce de sus derechos, libertades, prerrogativas y consideraciones sociales.
La discriminación obedece a patrones socioculturales largamente aprendidos y repetidos, en cuya transmisión y perpetuación, la conducta de quienes nos rodean –medio familiar y entorno sociocultural- juega un papel importante ya que es aquí donde el ser humano comienza a establecer criterios de selección de personas, grupos y comunidades. Por ejemplo, si un niño observa que en su grupo familiar y social cercano las mujeres juegan un papel de mucha menor jerarquía que los hombres, es posible que aprenda rápidamente a discriminarlas, a repetir esta conducta y a enseñarla a sus hijos. Lo que es peor, estas conductas son interiorizadas y las mujeres y los indígenas se sienten menos y actúan bajo esa preconcepción.
Hay tres factores constantes dentro de las prácticas sociales discriminatorias: los prejuicios, los estereotipos y la intolerancia, los tres son a la vez causa y efecto. El estereotipo es una creencia rígida y generalizada sobre determinados grupos de personas, que permite considerar a todos los miembros de un grupo como portadores del mismo conjunto de características. Un ejemplo es la imagen estereotipada que se tiene de los indígenas en la sociedad nacional, donde se considera que todos los indios son ignorantes, sucios, tontos y flojos.
El prejuicio es una opinión o idea que una persona se forma con relación a otra o a un grupo determinado, frecuentemente se traduce en una actitud o conducta de reserva o rechazo. Se trata de una cuestión totalmente subjetiva, donde la diferenciación es lo más importante, a pesar de que estas diferencias, en la mayoría de los casos, sean falsas. Es pertinente aclarar que el prejuicio no obedece a cuestiones genéticas o hereditarias, nadie nace con prejuicios, éstos se adquieren, se aprenden y se reproducen socialmente.
Finalmente, la intolerancia es el resultado de la incomprensión, el temor y el rechazo a lo que se considera diferente, y se traduce en la falta de respeto por las distintas opiniones, costumbres, tradiciones y estilos de vida ajenos, situación que fomenta la adopción de conductas discriminatorias.
Vivir con todos estos tipos de discriminaciones le ocasiona a la mujer indígena el enfrentarse a la constante negatividad de sus derechos. Sabemos que los derechos obtenidos por las personas son el resultado de procesos históricos y de la propia participación de los grupos sociales en su elaboración. De esta manera, los derechos se pueden dividir en:
Derecho a la Igualdad y a la Diferencia
Derecho a la equidad
Derecho a la Solidaridad
Derecho a la Justicia y a la Democracia
Derecho a la Libertad y a la Autonomía
Derecho a la Información y a la Expresión
Derecho a la Vida y al Bienestar Social
Lo interesante de estos derechos es que sirven tanto en lo individual como en lo colectivo, aun más, son derechos relacionados con la Tolerancia, la Intolerancia, la Convivencia en la Pluralidad (igualdad y diversidad) y su práctica cotidiana conllevará a la construcción de una cultura de la convivencia solidaria.
Se trata de observancias que se deben practicar por todos los mexicanos, ya que, de esta manera, las desigualdades, la falta de equidad entre géneros y la intolerancia religiosa, entre otras, serán atacadas y excluidas de la vida social.
Los Derechos Humanos de la mujer indígena no se pueden implantar por decreto, deben ser un trabajo constante de aprendizaje y convencimiento, la construcción de una Cultura de los Derechos Humanos, a la que debemos consagrarnos, de manera urgente, todos los mexicanos y mexicanas.
Hoy día México se encuentra listo para iniciar un nuevo proyecto de nación donde la convivencia intercultural, la tolerancia y la democracia definan el futuro. Los Derechos Humanos no sirven si solamente se otorgan, sólo son útiles cuando se practican, y no son sólo asunto jurídico, sino que permean todos los ámbitos de las sociedades. Esperamos que su práctica cotidiana nos lleve a todos a la construcción de una Cultura de los Derechos Humanos.


Referencia
Nolasco Melesio, Marisol (2001). La Discriminación hacia las Mujeres Indígenas. Ponencia presentada en el ciclo “La Mujer Indígena y la Libertad Religiosa.” Facultad de Derecho – UNAM- Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Dirección electrónica:

http://www.naya.org.ar/congreso2002/ponencias/marisol_melesio_nolasco_.htm

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SOBRE EL LIBRO Las mujeres indígenas: estadísticas de la exclusión

Autor: Alejandra Ducca, Lorena Camacho, Róger Esquivel, Yensy Herrera, Gina Valitutti
Editorial: INAMU
Pais: Costa Rica
Año: 2006

El presente estudio se enmarca dentro del objetivo de visibilizar la situación de las mujeres indígenas en el contexto general de las poblaciones indígenas. El documento se ha compuesto de ocho apartados. En el primero, se presenta una aproximación conceptual en la que se definen las principales categorías de análisis: género, etnicidad y desarrollo. A su vez, en cada categoría se desprenden una serie de conceptos que buscan servir de referencia para la interpretación de los datos que se presentan en los apartados siguientes. El segundo contiene datos generales de la población indígena. En ella se encuentra la distribución según grupos de edad, territorios, provincia. El tercer apartado, contempla las características de la población femenina, aspectos de natalidad y mortalidad. El cuarto apartado, aborda de manera específica las condiciones socioeconómicas de la población indígena y las mujeres, desde la metodología de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI).


El quinto apartado, se refiere a la situación educacional de las mujeres indígenas en Costa Rica; enfatizando en indicadores básicos tales como: matrícula por niveles y sexo; deserción por sexo, nivel y posibles causas del mismo, ausentismo, acceso a los centros educativos. Las condiciones de salud de los pueblos indígenas, especialmente el de las mujeres, es el tema que se trata en el sexto apartado. El sétimo apartado versa sobre la información que se obtuvo respecto a la situación de vivienda de las mujeres indígenas en Costa Rica, en relación con su acceso a programas de vivienda desarrollados en territorios indígenas. Se ha incluido el apartado octavo correspondiente a tres estudios de casos, donde se retoma información que especifica las condiciones de salud de las comunidades indígenas: Talamanca, Guatuso, Matambú.

Uso:
Para desarrollar una aproximación a la realidad contemporánea de las mujeres indígenas en Costa Rica, con el fin de brindar insumos que hagan posible la identificación de acciones afirmativas y políticas públicas dirigidas a esta población doblemente discriminada, por etnia como por género.

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MUJERES INDIGENAS ALZAN LA VOZ

TRAS PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES INDIGENAS
Tomado de INAMU.COM
•Mujeres de 24 territorios indígenas claman por tierras, participación ciudadana, frenar la violencia, viviendas que respeten sus tradiciones y la pronta aprobación del proyecto de Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas.
•Comisión dará seguimiento a acuerdos alcanzados.
Con la participación de 38 mujeres provenientes de los 24 territorios indígenas costarricenses, se realizó el pasado jueves 19 y viernes 20 de junio, en el Seminario Nazareno de las América, el I Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas Costarricenses.
El evento promovió un espacio de intercambio y de reflexión en torno a los derechos de las mujeres indígenas organizadas en diferentes grupos étnicos: huetares, chorotegas, ngöbes, malekus, bribris, cabécares, teribes, y borucas.
Respetar derechos
“Nosotras no somos extranjeras, somos costarricenses”. Con esas palabras la lidereza ngöbe hizo un llamado a las autoridades para que respeten los pueblos indígenas.
El encuentro sirvió para hacer una síntesis de los principales problemas que enfrentan estos pueblos.
La lidereza teribe, Isabel Rivera Navas, dijo que uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres indígenas en general es la poca participación en espacios de toma de decisiones.
“Nosotras no participamos en espacios de toma de decisiones, sólo los apoyamos, sin embargo, queremos cambiar esa situación, queremos tener participación plena en los espacios de participación política”, comento Isabel.
María Adelita Lázaro Navas, lidereza Boruca, fue muy clara al señalar que en la zona Sur existe una gran discriminación hacia los pueblos indígenas.
“Las indígenas son más discriminadas que el resto de las mujeres, por ejemplo en las clínicas y los hospitales de Buenos Aires, hacen diferencias en la atención, influye incluso el color de piel y la forma en la que hablan y por eso las discriminan”, destacó María Adelita.

Por su parte, Jenny Lacayo Elizondo, lidereza Maleku, dijo que su máxima preocupación radica en los problemas de vivienda que enfrentan constantemente, sobretodo porque no toman en cuenta sus tradiciones y su cultura en el momento en que les otorgan una vivienda.
“Venimos a defender los derechos de nuestros pueblos”, puntualizó Marina López, lidereza Bribri, al tiempo que María Adelita aclaró que los pueblos indígenas no se oponen al desarrollo, a la vez que aclaró que el mismo debe realizarse respetando su cultura y entorno.
Otras de las demandas que realizaron las mujeres indígenas es la exigencia de buenos y accesibles servicios de salud, agua potable y educación, respeto hacia los recursos naturales y frenar proyectos que atenten contra la naturaleza como lo son el proyecto hidroeléctrico de Boruca y el proyecto petrolero del Caribe.
Autonomía indígena
“Vinimos como mujeres y como madres a este encuentro para defender nuestro territorio y nuestras leyes”, destacó Marina López, lidereza del pueblo Bribri.
Una de las principales acciones que arrojó el encuentro fue la redacción de una carta dirigida a los diputados y diputadas, la cual se le entregó a la legisladora del Partido Acción Ciudadana, Patricia Romero Barrientos. La misiva exhorta a las legisladoras y legisladores a que aprueben el proyecto de Ley de Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas, expediente No. 14.352.

“La importancia de este proyecto es vital para nuestros pueblos porque nos garantiza una participación directa en las tomas de decisiones que nos afectan y que orientan el desarrollo de nuestras comunidades y por ende, el fortalecimiento de la democracia en nuestros territorios. Este proyecto nos permitiría ser dueñas de hecho y derecho de nuestra tierra y poder vivir y desarrollar nuestra identidad cultural, sin ningún tipo de amenaza”, enfatizó Elida Rodríguez Santos, lidereza del pueblo ngöbe.
Como parte de los acuerdos alcanzados, se conformó una Comisión de seguimiento a los acuerdos alcanzados en este I Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas. La Comisión queda conformada por dos personas de territorio, siendo una de ellas propietaria y la otra suplente.

¿59 años de voto?
El I Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas se realizó en el marco de la conmemoración del 59 aniversario del derecho al voto de las mujeres en Costa Rica, esto a pesar de que no todas las mujeres lograron ejercer este derecho al mismo tiempo.
Las indígenas han enfrentado obstáculos para el ejercicio real de este derecho básicamente por dos razones: por la complejidad que ha significado para ellas obtener una cédula por razones económicas, geográficas, de falta de registros de nacimiento, etc. Y porque al pueblo ngöbe no se le otorgó, por parte del Estado, la nacionalidad costarricenses hasta 1993.
A esta situación se suma además, que el derecho de las mujeres a ser electas ha estado limitado a una serie de prácticas culturales que ubican a las mujeres en el espacio privado y a los hombres en el espacio público.

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FORO INDIGENA 2007 TALAMANCA COSTA RICA

En Foro Iriria, en Shiroles Talamanca 2007
MUJERES INDÍGENAS IDENTIFICAN SUS PRINCIPALES NECESIDADES

Tras el Foro “Iriria*: Hacia la construcción de una agenda de mujeres cabécares y bribris de la provincia de Limón”, realizado el pasado jueves y viernes en Shiroles, Talamanca; las mujeres indígenas bribris y cabécares que participaron señalaron como problemas urgentes por resolver los relacionados con el área social, de salud, tierra, educación, producción y ambiente.
Para las participantes del Foro, el problema es que todos estos servicios son excluyentes para la población indígena.


“Las mujeres indígenas luchan muy fuerte para protegerse y seguir manteniendo su identidad cultural, quieren que respeten sus valores autóctonos, por eso debemos trabajar en políticas públicas nacionales y específicas que permitan proteger la identidad de estos pueblos”, comentó Jeannette Carrillo Madrigal, Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU).
Tras la actividad, la institución asumió una serie de compromisos:
• Apoyar la confección, en un período de dos meses, de la memoria de la actividad.
• Apoyar en la elaboración de la propuesta de la Agenda de Mujeres Indígenas de la Región Huetar Atlántica, la misma debe estar lista para finales de año.
• Realizar -el próximo año- un foro con el fin de validar la Agenda de Mujeres Indígenas de la Región Huetar Atlántica. En esta validación participarán las asistentes al Foro Iriria.
• Apoyar en el diseño, negociación y seguimiento de una estrategia de negociación de propuestas concretas sobre la base de la Agenda de Mujeres Indígenas de la Región Huetar Atlántica, donde asumirán compromisos entidades como el Ministerio de Educación Pública, la Caja Costarricense de Seguro Social, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos y el Ministerio de Ambiente y Energía.
“Lo que buscamos es emprender políticas públicas dirigidas a cerrar brechas, así como crear políticas con perspectiva de género, donde incluyan elementos que potencien las capacidades ciudadanas de las mujeres indígenas”, destacó Carrillo.
El objetivo del Foro Iriria era propiciar un encuentro entre las mujeres indígenas bribris y cabécares con el fin de identificar necesidades y líneas de trabajo de estos dos pueblos y construir una Agenda de Mujeres Indígenas de la Región Huetar Atlántica.
Según el Censo de Población realizado en el año 2.000, en el país, la población indígena está conformada por 63.876 personas, es decir, representa el 1,68% de la población total de Costa Rica. De ese total el 48,5%, (30.996) son mujeres y el 51.5% (32.880) son hombres.
El libro: Las Mujeres Indígenas: Estadísticas de la Exclusión, elaborado por el INAMU, señala que estas poblaciones enfrentan serios problemas especialmente de salud, educación y satisfacción de necesidades básicas.
* En Bribri, Iriria significa mujer y tierra
Instituto Nacional de las Mujeres

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POR QUE PROTEGER A LOS PUEBLOS INDIGENAS

El Centro de Derechos Humanos de las Naciones Unidas estimó al comienzo de los años 90 la existencia de unos 5.000 pueblos indígenas con un total aproximado de 300 millones de personas distribuidas en las Américas, Región Circumpolar, Europa Septentrional, Nueva Zelanda, Australia, Archipiélagos de Polinesia, China, India y Repúblicas Africanas. Todos ellos, descendientes de los ocupantes originarios de vastas tierras del planeta y portadores de culturas, idiomas, religiones, organizaciones socioeconómicas y de milenarias sabidurías sobre los ecosistemas de tan diversas regiones del mundo.
Los innumerables y valiosos aportes indígenas que la Humanidad entera ha estado recibiendo y acogiendo en el seno de sus múltiples Estados Nacionales, sufrieron hasta hace poco del silenciamiento, camuflamiento e inclusive persecución por parte de erróneas teorías y concepciones al servicio del colonialismo y del neocolonialismo (evolucionismo cultural, desarrollo unilineal, homogeneización), utilizando para ello diversos medios de persuasión y desinformación (crónicas, historias, documentos, charlas, foros, congresos, películas, videos, etc.)
Afortunadamente, en las tres últimas décadas y paradójicamente al proceso de globalización que se empeña en proyectar el desarrollismo occidental ( aún aferrado al caduco evolucionismo cultural), se ha ido progresivamente estructurando a nivel internacional un marco jurídicos de protección y defensa a la potencialidad intrínseca al pluralismo cultural, a la trascendencia de la sociodiversidad y al respeto de los derechos humanos colectivos sin desmedro de los individuales; todo ello con la suprema finalidad de consolidar la justicia social, la libertad, la solidaridad, la convivencia y el bien común entre los pueblos indígenas y las sociedades nacionales.

Estos avances se han logrado en buena parte debido a la tenaz participación de las Organizaciones Indígenas ( con los necesarios aliados de las causas justas) en los escenarios y organismos intergubernamentales, estableciendo inclusive relaciones permanentes con el Consejo Económico y social de las Naciones Unidas, con la Organización de Estados Americanos, con la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud , el Banco Interamericano de Desarrollo y, con diversas organizaciones no gubernamentales especializadas en derechos humanos, biodiversidad y desarrollo sustentable.

En el contexto venezolano, los pueblos indígenas descienden igualmente de los descubridores, ocupantes y defensores originarios de las amplias costas, sabanas, selvas, montañas, sierras, lagos, ríos y deltas que conforman hoy la geografía y territorio de la República. Son también portadores y generadores de milenarias culturas que se remontan a unos 20.000 años de antigüedad. Constituyen actualmente al menos 32 pueblos con una población censada en el 92 de 310.994 personas, de las cuales el 50% conviviendo en 1500 comunidades indígenas propiamente dichas y la otra mitad distribuida en diversos centros poblados y áreas urbanas del país. En los actuales momentos, se presume que dicha población podría estar por el orden de los 500.000, lo cual deberá ser corroborado de manera oficial por el próximo Censo Nacional e Indígena (Año 2002).

Sin pretender reducir la importancia que reviste el dato poblacional actualizado, es de interés nacional ponderar adecuadamente la rica multietnicidad indígena presente en nuestro territorio, luego y a pesar de centenarios y sucesivos procesos que de una u otra forma han buscado diluir a estos pueblos y culturas de claras raíces Prehispánicas en el seno de la sociedad nacional.
Esta gran diversidad etnocultural se expresa cotidianamente a través de idiomas; cosmovisiones; músicas; tradiciones y costumbres; artesanías; arquitecturas; organizaciones socioeconómicas y políticas; etnomedicinas; patrones de asentamiento equilibradamente dispersos; técnicas de producción preservadoras de ecosistemas; conocimientos milenarios sobre faunas y floras regionales; arte y técnicas culinarias; implementos e instrumentos utilitarios; tecnologías blandas de eficiente aplicación; alto sentido de pertenencia y correspondencia con la madre tierra y sus recursos naturales. Todos ellos, legados ancestrales e históricos que debemos como nación preservar y dinamizar en beneficio del colectivo nacional, continental y mundial.
Hoy en día, lamentablemente, cada uno de nuestros pueblos indígenas (raíces primarias y fecundas de la venezolanidad) siguen enfrentando y resistiendo a problemas similares pero cada vez más críticos, al punto de que muchos de ellos están amenazados gravemente de la extinción cultural (etnocidio) e inclusive física (genocidio). Los pueblos Yanomami, Warao, Kuiva (Jivi), Pumé (Yaruro), Wanai (Mapoyo), Eñepa (Panare), Añu (Paraujano), Yavarana, Baré y Yukpa, figuran en los primeros lugares de tan crítica situación existencial.
Como consecuencias acumuladas de los procesos de conquista, colonización y globalización, de la proliferación y excesos cometidos por religiones no indígenas, así como de la expansión del desarrollismo con su concepción rentista de la tierra y sus recursos; las culturas indígenas han venido siendo erosionadas y coartadas en sus potencialidades y sus cosmovisiones desarticuladas, las comunidades afectadas por sus tierras invadidas o cedidas ante presiones económicas, los pueblos sufriendo contaminación de sus hábitats y la expoliación de sus recursos naturales y patrimonios intelectuales colectivos.
Ante esta compleja realidad, surge hoy más que nunca el imperioso deber por parte del Estado y de la sociedad en general de asumir responsablemente un nuevo proceso: el del entendimiento y reconocimiento pleno de los derechos que le asisten a los pueblos indígenas, forjadores e integrantes de la República Bolivariana de Venezuela. De modo que logremos internalizar en la colectividad nacional la firme convicción de que los pueblos y comunidades indígenas no son " partes estancas" de la nación, ni mucho menos "rémoras del pasado" de las cuales avergonzarse, sino más bien pueblos y culturas con capacidades coartadas pero de amplías potencialidades que pueden y deben ser dinamizadas en beneficio de ellos, de nosotros y de todos.
Los problemas y obstáculos que plantea la realidad indígena del país son complejos y nada fáciles de resolver. Señala un largo camino que comienza con la necesidad de que se reconozca a los pueblos y comunidades indígenas como verdaderos sujetos de derechos, y no solo como partes integrantes del medio ambiente y los recursos naturales que habitualmente les rodean. Son pueblos que han venido siendo afectados por un paulatino proceso globalizador (ayer colonizador y al principio conquistador) en el cual la historia generalmente ha sido narrada y escrita por el Alijuna, Jotarao o Napë, y no por el Wayuu, Warao o Yanomami.
Afortunadamente en la actualidad los pueblos indígenas venezolanos cuentan con un nuevo marco constitucional, amplio y favorable, que les permite superar los viejos conceptos de asistencialismo, paternalismo e integracionismo unilateral; desenvolviéndose ahora en un plano participativo y protagónico en la toma de las decisiones que se adoptan y en las acciones que se implementan. Esta autogestión y protagonismo indígena establecido en nuestra Constitución Bolivariana, debe ser apoyado oportuna y adecuadamente por el concurso desinteresado de los aliados de los derechos humanos de los pueblos indígenas.
No obstante el camino que nos corresponde recorrer como Estado es largo, debiendo lograr la adopción de una política integral y coherente en la materia, orientada primordialmente a la justa convivencia y plena participación de los pueblos y comunidades a nivel nacional y en sus respectivos contextos regionales, municipales, locales. Para ello, es requisito básico que todos procedamos a respetar, defender y consolidar los derechos de los pueblos indígenas consagrados muy especialmente en el capítulo VIII de nuestra Constitución Bolivariana, así como en los tratados, convenios y acuerdos internacionales válidamente suscritos por la República.

Este interesante artículo proveniente de la página:
http://www.defensoria.gov.ve/
También aparece citado en:
http://pueblo.blogcindario.com/

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SON UNOS ASESINOS DEL PUEBLO INDIGENA

Benjamín Mayorga contra Gobierno por eliminar consulta del TLC
Tomado De Diario Extra el Sábado 20 de setiembre 2008

Uno de los indígenas más reconocidos del país, Benjamín “Mincho” Mayorga, no dudó en increpar al gobierno por su propuesta de eliminar el inciso 6 del artículo 78 de la Ley de Biodiversidad, que obliga a una consulta a la población indígena sobre el último proyecto de la agenda de implementación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
Mayorga es el presidente de la Asociación Amigos de Talamanca y recibió con muy mal modo la noticia de que el Ministerio de Comercio impulsa esa idea, para evitar un retraso de un año en la entrada en vigencia del TLC.
“Siempre el indígena es maltratado, en esta oportunidad es una vergüenza. Para salir del apuro solo dicen que se olvidan de nuestra comunidad y ya. A golpe de tambor quieren violar nuestros derechos. Lo que más pena da es que lo hacen delante del pueblo costarricense y la comunidad internacional”, recriminó.

“Es extraño, Arias (Oscar) habla de que las mayorías se deben respetar, pero le pasa por encima a las leyes y los convenios firmados por Costa Rica” en relación a normativas de la Organización Internacional del Trabajo, que promueve la defensa de derechos por parte de los indígenas.
Adelantó que distintos gremios se alistan para poner una denuncia ante la OIT y un recurso de amparo y obligar a la consulta. “Se debe dar; así lo exige la Sala Cuarta”.
“Algunos padres de la patria son más pillos que lo propios bandidos. Son unos delincuentes y asesinos que nunca han tomado en cuenta los derechos de la población indígena”, concluyó Mayorga.

MARCELINO RIVERA SALAZAR
mrivera@diarioextra.com

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