Carlos Borge
Antropólogo
Director de la Sociedad de Estudios para el Desarrollo Rural.
Este ensayo, planteado en la línea del cuestionamiento y no en la de conclusiones, tiene como propósito contribuir a la discusión, aún temprana, sobre el tema de pueblos indígenas, migraciones y manejo integrado de ecosistemas. Aunque no existen datos de total confiabilidad sobre migraciones indígenas, hay evidencias fácticas de que la población indígena de América Central se está movilizando: en los naranjales de California miles de mayenses de México y Guatemala se enganchan como recolectores, en Belice son cientos de ketchies los que mueven la frontera agrícola en Toledo y otros lugares vecinos, en Costa Rica los miskitos que viven en la capital
-especialmente en la comunidad de Pavas- han abultado la población indígena del país hasta el punto de que se logró justificar la apertura de la primera escuela indígena de la capital con enseñanza bilingüe incluida. Las crisis del café, del banano y de los granos básicos expulsan población hacia las ciudades y es posible encontrar barriadas indígenas en Ciudad de Panamá, David, Changuinola, San José, Tegucigalpa y Ciudad Guatemala, además del crecimiento urbano de barriadas indígenas tradicionales en algunas ciudades como León, Matagalpa, Masaya, Santa Ana, Totonicapán, Sololá, San Cristóbal y Mérida. Para los efectos de este ensayo, tomaremos como ejemplo a los ngöbes, que en este momento se mueven entre el Darién de Panamá y el occidente del Valle Central de Costa Rica.
Los ngöbes, conocidos también como guaymíes, que en lengua ngöbere significa pescado y camote –en referencia a dos de los alimentos preponderantes de su dieta-, como etnia han estado formados por cuatro tribus: ngöbes, buglés, murire y ngöimos, que hablan lenguas distintas y que en algunos casos -el buglere y el ngöimere o murire- están prácticamente en desuso.
Hoy se agrupa como ngöbes o guaymíes a todas las tribus, lo que refleja el proceso de fusión cultural dominado por éstos. En Panamá actualmente se usa la denominación ngöbe-bugle para toda la etnia. Su origen histórico geográfico está en la cordillera de Talamanca y están emparentados genética y lingüísticamente con la familia talamanca, del tronco macrochibcha, formada además por los bribrís, cabécares, teribes y borucas. Etnográficamente, todas estas etnias tienen gran similitud, fundamentalmente en el uso y manejo de los recursos naturales.
De todas las etnias indígenas de la baja Centroamérica (miskitos, sumus, ramas, malekus, bribris, cabécares, borucas, teribes, kunas y emberas) la ngöbe es la mayoritaria en población, la que ocupa mayor extensión geográfica discontinua, la más visible y la más importante como mano de obra en café, banano, horticultura y ganadería. Los ngöbes políticamente son representados por el Congreso Guaymí de Panamá y las asociaciones de desarrollo integral de Costa Rica. En Panamá también los representan diputados en la Asamblea Nacional; además existen gran cantidad de organizaciones no gubernamentales y decenas de líderes independientes, lo que posiblemente se debe a su historia de relativa autonomía política de cada caserío y a la tradicional dispersión del poder en caciques de cada una de la comunidades que reunían varios caseríos familiares. Territorialmente ocupan a derecho la comarca Ngöbe-Bugle entre Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas y cinco pequeñas reservas indígenas en la región Brunca o Sur de Costa Rica. Las grandes concentraciones de población urbana panameñas están en Guabito, Changuinola, David, Armuelles y Ciudad Panamá, y algunas familias en Darién, donde han ido a colonizar tierras, junto con campesinos no indígenas de la península de Azuero. En Costa Rica, podemos encontrar grupos familiares grandes en los cantones cafetaleros, cañeros y hortícolas, por ejemplo: Pérez Zeledón, Tarrazú, San Pablo, Dota, Guarco, Cartago, Aserrí, Poás, Valverde Vega, Zarcero, Grecia, Naranjo, Palmares y San Ramón, y también en los cantones bananeros del Caribe de Costa Rica: Sarapiquí, Pococí, Guácimo, Matina, Limón y en el valle de Sixaola de Talamanca. Sus asientos históricos han sido la cuenca media-alta del río Changuinola, la cuenca alta del río Chiriquí y la cuenca del río Cricamola. Desde ahí se han movido en migraciones permanentes, estacionales y pendulares 1 a lugares como Boquete, David, Armuelles, Changuinola, Guabito, Sixaola, Coto Brus y Golfito. Estas migraciones tradicionales han estado ligadas fundamentalmente al trabajo que les ha ofrecido la Chiriquí Land Company (subsidiaria de la United Fruit Company) y, en menor medida, a la horticultura de Boquete -Panamá-, y a la caficultura de Coto Brus -Costa Rica-.
En estos asientos históricos se han practicado todos los subsistemas del sistema de uso y manejo de recursos naturales según sea su ubicación en la vertiente del Caribe o la del Pacífico, tierras bajas o altas, tierras costeras o fluviales, campo o ciudad. Sin embargo, los más distinguibles son, en el Caribe, el subsistema de policultivo (teobromas, musáceas, aráceas, tubérculos y árboles) y, en el Pacífico, el subsistema de agricultura de barbecho en granos básicos (maíz y frijoles). En el primer caso, el subsistema entró en crisis por la expansión bananera que ocupó las tierras aluviales de llanura que los ngöbes usaban para el policultivo; en el segundo caso, el subsistema se ha agotado por la expansión de la ganadería de propietarios chiricanos dentro de su territorio.
Las bananeras y la ganadería empujaron a los ngöbes hacia tierras altas poco fértiles que aguantan menores densidades de población.
En el modo ngöbe de poblamiento y asentamiento, una comunidad es un caserío emparentado familiarmente que responde al sistema patrilineal y patrilocal clánico. Practicando el tradicional sistema de uso y manejo de recursos naturales, este tipo de comunidad se compone de un máximo tolerable de 150 personas, produciéndose, cuando se rebasa tal punto de equilibrio, un evento de fisión de población en el que una o varias familias jóvenes se desprenden para formar una nueva comunidad, razón por la que los ngöbes tradicionalmente han estado en movimiento. Este patrón de asentamiento requiere territorios amplios por cada caserío que, según el piso agroecológico, van de los 6 a los 10 km2. Unas 20 familias nucleares, pertenecientes a dos o cuatro familias clánicas extensas, ocupan por lo menos 600 hectáreas y un óptimo de 1.000 para practicar equilibradamente el tradicional sistema de uso y manejo de recursos naturales en el trópico húmedo.
Una densidad de población menor a 12 es el punto ideal para pueblos de bosque tropical como los de la baja Centroamérica.
A partir de 1963, tanto en Panamá como en Costa Rica se dobló la población en un periodo intercensal; se intensificó la economía agroexportadora de café, banano, cacao, caña de azúcar y ganado de carne; se extendió el ecúmene criollo no indígena o mestizo y se asfaltó la carretera Interamericana entre Pérez Zeledón y Santiago de Veraguas. Estos cuatro elementos generaron una dinámica que, por un lado, le quitaba área a los territorios ngöbes y, por otro lado, los demandaba como mano de obra barata que, por supuesto, debía movilizarse de sus comunidades hacia las plantaciones y fincas, lo que le da un fuerte impulso al proceso de migraciones permanentes, estacionales y pendulares. Los lugares de origen nunca quedaron deshabitados, pero las mayores concentraciones de población en edad económicamente activa y de plena reproducción se daba en las bananeras y en las ciudades y poblados asociados como Guabito, Changuinola, David y Armuelles. Es así como toda una generación de ngöbes se crió y endoculturó en el contexto de las fincas bananeras de la Chiriquí Land Co. (divisiones de Bocas del Toro y Armuelles), las fincas de ganado de Chiriquí y las fincas de café de Boquete y Coto Brus.
Los ngöbes se acostumbraron a andar de aquí p´allá siguiendo un ciclo que ordenaba su migración según las cosechas de cacao, banano, café, caña de azúcar, chapia de potreros, tapa de frijol y siembra de maíz. Las labores de peonaje se convirtieron en el centro de su sistema económico monetario y el sistema tradicional de uso y manejo de recursos naturales debió trastocarse de productor de bienes de uso a productor de bienes de cambio.
Entonces el cacao, el maíz, los frijoles, los cerdos, las vacas y algunas artesanías pasaron a ser bienes de cambio y sus prácticas productivas debieron intensificarse en uso del tiempo y el espacio. De nuevo sus tierras se hicieron ya no solo insuficientes sino que llegaron, como en el caso del oriente de Chiriquí, al colapso ecológico (deforestación, quema, erosión y sequía).
Durante 35 años el sistema funcionó porque había buen trabajo en las bananeras, en la ganadería, en la caficultura y en otros cultivos de plantación. A partir de 1980 se arruinaron los cacaotales por la enfermedad fungosa de la monilia; después de 1985 cayeron fuertemente los precios del ganado de carne; a partir de ese mismo año la Chiriquí Land Co. disminuyó sus operaciones en Golfito, Armuelles y Changuinola, y al mismo tiempo Panamá y Costa Rica desincentivaron el cultivo del maíz quitando las precios de sustentación. Al final de esa década se iniciaron los movimientos migratorios más fuertes hacia las ciudades y se empezó a probar suerte en el Valle Central de Costa Rica y en Darién -Panamá-. Al primero se vino a trabajar en las zafras de caña, las cogidas de café y en horticultura; al segundo se fue a botar montaña para hacer agricultura de barbecho o itinerante.
En este momento la caficultura ha llegado a su punto de quiebre en Costa Rica, producto de una crisis estructural que combina baja de precios, altísima composición de costos y poco apoyo estatal.
Sincronizadamente, la Chiriquí Land Co. ha cerrado operaciones en Chiriquí y disminuido en Changuinola y Sixaola.
En el Valle Central de Costa Rica los caficultores están soportando la crisis mediante la disminución del costo de la mano de obra y de otras garantías laborales gracias a la contratación de nicaragüenses y, ahora, de indígenas ngöbes, más baratos aun y, según varios cafetaleros, más tranquilos y obedientes. Ante este panorama tan crítico nos asalta la pregunta: ¿adónde irán ahora los ngöbes? De momento sabemos que están ocurriendo los siguientes movimientos migratorios: (1) hacia las áreas urbano-marginales: por ejemplo, el barrio Las Lomas de la ciudad de David está creciendo aceleradamente; (2) hacia las tierras cafetaleras y hortícolas del Valle Central de Costa Rica: en Zarcero ya incluso existen comunidades dominantemente ngöbes; (3) hacia las reservas indígenas ngöbe del sur de Costa Rica: en Conte y Coto Brus está llegando población nueva de Chiriquí; (4) hacia Darién: familias completas, o varones jóvenes, se están instalando en tierras de los chocoes o emberá por vía del enlace matrimonial; (5) hacia la cordillera de Talamanca: en la sección de las cabeceras de los ríos Yorkín, Changuinola, Teribe, Urén y norte del volcán Barú, todas dentro de la sección panameña del Parque Internacional La Amistad, y (6) hacia los lugares originales: se registran reestablecimientos en Tolé, Remedios, San Félix y Soley.
En esta intensa dinámica no es descartable que algunos estén migrando hacia Estados Unidos y hacia áreas protegidas como parques nacionales, refugios de vida silvestre, reservas forestales y reservas indígenas de otras etnias en Panamá, Costa Rica y el resto de América Central. Como producto de esta crisis del modelo de migraciones cíclicas los ngöbes podrían estar enfrentando esta situación de la siguiente manera: (1) producción mayoritaria de bienes de consumo antes que bienes de cambio; (2) intensificación de la densidad de siembra en los bienes de cambio; (3) mejora de la productividad de los bienes de cambio; (4) ingreso en el circuito comercial de dichos bienes de cambio; (5) búsqueda de mercados alternativos a sus productos; (6) mayor petición de fondos de ayuda; (7) incursionando como peones en otras actividades como turismo, agroindustria y servicios urbanos; (8) invadiendo fincas ganaderas y agrícolas de no indígenas; (9) cobrando peaje para proyectos mineros, petroleros, hidroeléctricos y de biodiversidad, y (10) enmontañándose en lo profundo de la cordillera de Talamanca, su ombligo mítico. Como es una etnia de gran población, con diversas localizaciones, distintos liderazgos y diferentes intereses interétnicos, es esperable que se muevan en todo este espectro de escenarios anotados.
Unos optarán por mimetizarse como mestizos en las ciudades y otros intentarán el reencuentro con sus raíces culturales.
Respecto de los recursos naturales, hay alguna posibilidad de que ocurran los siguientes eventos o procesos:
Explotación de flora y fauna de los bosques con fines comerciales. Productos del bosque como la madera, las lianas, la hoja de palmeras para techar, las plantas medicinales, las plantas ornamentales y animales como el tepezcuintle, el saino, el venado y las aves posiblemente serán sometidas a regímenes de alta extracción para venderlos en mercados locales e internacionales. Una lógica depredadora se impondrá dentro de algunos grupos.
Aquellos cultivos tradicionales con fuerte potencial de comercialización, como el cacao, el banano, el maíz, los frijoles, el camote, la yuca, el palmito de pejibaye, los cítricos y el arroz, se practicarán más sedentariamente, más intensivamente, con mayor uso de agroquímicos y en bloques de monocultivo. Ello tendría consecuencias en pérdida de suelos, pérdida de biodiversidad y pérdida en la calidad sanitaria de los productos.
Avance de la frontera agrícola en Darién y creación de focos de deforestación en el Parque La Amistad. Estos frentes de colonización se harán por medio de la creación de pastos y campos de cultivo de granos básicos.
Acortamiento del ciclo de barbecho o descanso de los campos de cultivo de granos básicos, con el consecuente deterioro de la fertilidad del suelo.
Abandono de propiedades y cambio productivo hacia ganadería extensiva. Se harán comunes las quemas para la apertura y mantenimiento de potreros.
Introducción de megaproyectos que requieran hacer grandes movimientos de tierra, con la consecuente deforestación, erosión de suelos y contaminación de aguas. La minería, en general, y los proyectos hidroeléctricos tendrán mayores posibilidades de instalarse, ya que la población estará necesitada de trabajo.
Intensificación de la cacería de fauna menor en las fincas donde trabajan en Chiriquí, Bocas del Toro, Talamanca, Zona Sur y Valle Central. Por ejemplo, los cafetaleros de la región de Los Santos en Costa Rica se quejan de que los ngöbes se comen todos los animales silvestres de los cafetales.
Intensificación de la pesca y captura de crustáceos en los ríos. Aunque los ngöbes no son de cultura marítima, es muy probable que se animen a hacerse a la mar para pescar.
Al incrementarse los movimientos migratorios, las personas irán perdiendo el sentido de arraigo, de pertenencia y de comunidad. Su visión de futuro podría ser de muy corto plazo, y una lógica inmediatista, extractivista y oportunista podría ir ocupando el lugar de la lógica histórico-cultural ngöbe del largo y mediano plazos.
El capital social acumulado comunitariamente se pierde en la diáspora individual.
El modelo agroexportador basado en el banano, el café, la caña de azúcar, el cacao y la ganadería de engorde es típico de cualquier país centroamericano, con mayor o menor peso en cada país de uno o dos de esos productos. Este modelo descompuso los sistemas indígenas de tenencia de la tierra al privatizar y expropiar su propiedad. Luego usó y explotó su mano de obra, primero como servidumbre y luego como trabajadores libres. Este modelo, que ha sido en los últimos 40 años el máximo empleador de poblaciones indígenas, que combinaban el trabajo asalariado con sus actividades de autoconsumo -como los granos básicos-, ahora está en quiebra y expulsa a miles de trabajadores cada año.
Asimismo, el modelo de granos básicos, como arroz, frijoles, maíz y maicillo, ha sido típico de todos los pueblos indígenas de América Central y está ligado fuertemente a la economía de autoconsumo. Por la importación de estos granos a precios más baratos, por el uso de semillas ligadas a caros paquetes de agroquímicos y por la pérdida de fertilidad de los suelos, este modelo centroamericano también está en quiebra. Patético es el caso del maíz, fundamento del proceso civilizatorio mesoamericano, que ha pasado a escasear en el plato típico indígena, compuesto por tortilla, frijoles, chile y carne (cualquiera de las carnes).
El sector agropecuario de América Central está en una crisis estructural que provoca cambios demográficos y movimientos de población en general y de la indígena en particular. Costa Rica, Belice, México y Estados Unidos son los destinos más destacados de los indígenas centroamericanos migrantes.
Otros optarán por comprar motosierras para cortar los bosques que les quedan. Los demás se irán a engrosar las áreas marginales y la economía informal de las ciudades. Con ellos aumentarán los problemas de demanda de agua, energía eléctrica y transporte, y de contaminación y generación de basura, que son inherentes a los procesos de urbanización.
Grandes contingentes de población indígena, como ngöbes, miskitos, lenca, quiché, ketchies y katchiqueles, se moverán por todo el istmo centroamericano presionando por tierra, vivienda, comida y trabajo. Esta presión social tendrá a los bosques como sus primeras víctimas.
Y lo que es seguro es que los sistemas tradicionales de uso y manejo de los recursos naturales no serán posibles al menos que se revolucionen tecnológicamente y se pongan a tono con el signo de los tiempos: zoocriaderos en vez de cacería, estanques de peces en vez de pesca, agricultura de sotobosque en vez de recolección, sedentarización de la agricultura, semiestabulado de los cerdos y ganado, recuperación del policultivo, siembra y procesamiento de plantas medicinales, procesamiento industrial de la madera, agroindustria, ingeniería de conservación de suelos, venta de servicios ambientales y venta de agua para generar energía y para consumo humano.
En este contexto cabe entonces hacer los siguientes cuestionamientos para contribuir y alimentar la discusión sobre la problemática de las migraciones y los recursos naturales de los pueblos indígenas:(1)
¿Qué impactos tendrá el Plan Puebla Panamá (PPP) que impulsa la realización de mega proyectos (hidroelectricidad, transporte de energía, carreteras, canales secos interoceánicos, oleoductos, puertos y aeropuertos) dentro y cerca de territorios indígenas? (2) ¿Qué impactos podrían tener las propuestas en turismo (turismo arqueológico, cultural, de montaña y de playa a gran escala) del PPP? (3) ¿Cuál es la pertinencia, consistencia y viabilidad de proyectos de agricultura sostenible, forestería y protección de bosques en pueblos indígenas con serias crisis estructurales y fortísimas migraciones? (4) ¿Cuál es el futuro de las áreas protegidas estatales que están en medio o al lado de pueblos indígenas con ecosistemas ya desequilibrados como por ejemplo el de los ngöbe en Chiriquí? (5) ¿Qué impacto tienen estas migraciones sobre la formación de capital social? (6) ¿Qué consecuencias tendrá la firma del Tratado de Libre Comercio (capítulos de derechos de autor, agrícola, laboral y ambiental) en las migraciones de los pueblos indígenas? (7) ¿Cuál es la visión de futuro de los pueblos indígenas mayoritarios?
Hay que empezar a imaginar distintos escenarios de respuesta para la crisis actual y futura de los pueblos indígenas centroamericanos. Es necesaria una nueva relación con los recursos naturales, engarzada en el pasado cultural y con una visión futurista.
(1) Migraciones permanentes: por proceso de fisión de población una comunidad se traslada a vivir permanentemente en un nuevo asentamiento. Migraciones estacionales: una población establece un ciclo anual en que se mueve según el calendario agrícola de cosechas -en este caso banano, café, maíz, frijoles. Migraciones pendulares: la población se mueve en un ir y venir diario o semanal de su sitio de habitación al sitio de trabajo.
7/8/07
NGÖBES O GUAYMIES: UN PUEBLO EN MOVIMIENTO
en 1:03 Publicado por Rykardho
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