4/10/07

Las raíces indígenas de los ticos

Todos en Iberoamérica tenemos una o más abuelas indígenas, quienes les dieron vástagos a los conquistadores españoles y establecieron robustos troncos genealógicos cuyas ramas llegan a nuestros días.
El Día de la Raza pretendió enaltecer durante muchos años la llegada de los españoles a Costa Rica (a América en general), y todos representamos en la escuela, de buena o mala gana, al conquistador -espada en mano- o al indio -con taparrabos y una flecha-.
El advenimiento del llamado Quinto Centenario (1992) despertó las más variadas reacciones acerca de cómo celebrar el arribo de las huestes conquistadoras a América y el mal llamado descubrimiento del Nuevo Mundo, que de nuevo no tenía nada y de descubrimiento menos...

Mientras algunos hispanocentristas hablaron (y hablan todavía) de la leyenda negra en torno a la conquista de América urdida por los enemigos del proyecto civilizador europeo, otros hablaron sin tapujos sobre el saqueo y exterminio a que se vieron sometidos los pueblos originales de Nuestra América, y que sostuvo durante siglos el sistema económico europeo (algunos dirían "mundial).
Hoy, 515 años después, no pretendo entrar en una discusión que puede resultar muy rica, pero también muy polémica acerca de este hecho histórico fundamental para todos los americanos.
Somos el resultado, querámoslo o no de ese encuentro (desencuentro sería lo más apropiado) entre el hombre europeo y el americano; hoy casi todos llevamos la sangre de uno y otro (y por supuesto la del africano traído como esclavo, quienes contribuyeron a engrosar nuestro robusto árbol genealógico.
La vida de nuestros abuelos indios se convierte muchas veces en estadísticas en los libros de historia, pero ellos tienen mucho más que ofrecernos, pese a que las vidas que tuvieron llegan a nosotros -como ha dicho otra veces la escritora Tatiana Lobo- desteñidas por el frío lenguaje protocolario de los notarios (y otras veces confundidas -diría yo- por el alambicado lenguaje de los tinterillos y amanuenses).
Es nuestro trabajo, pues, rescatar esas piezas del rompecabezas incompleto y, si se quiere, azaroso que es la historia de cualquier pueblo humano.

1 comentario:

Juu dijo...

Me ha gustado.. bastante al decir verdad