La rueda de las armonías es un símbolo de totalidad, de perfección, equilibrio y plenitud. La naturaleza no crea líneas rectas sino que se mueve en círculos. La Tierra es circular, gira sobre su propio eje, se traslada alrededor del Sol. El Sol y la Luna muestran una forma circular en el cielo y el ciclo de las estaciones no deja de ser un círculo que nos hace volver al punto de origen, que se repite y se repite sin cesar. El paso del nacimiento a la muerte y al renacimiento también es circular, o quizá debiera decirse que es una espiral y que el círculo es una sección transversal de la espiral, que nos permite enlazar las etapas. Siempre se ha dicho que el espacio es circular, de modo que el viajero, aunque se mueva en línea recta se encontraría de nuevo donde comenzó su viaje.
La rueda de las armonías tiene varios significados, entre otras cosas, es un sistema filosófico, una especie de mapa o brújula que nos orienta y nos une a la Tierra y nos da protección cuando nos embarcamos en viajes interiores. Armonía significa en este sentid, poder. La rueda de las armonías es una rueda poderosa, que posee fuerzas muy distintas en un equilibrio perfecto. Esta rueda existe dentro y fuera de nosotros, compone nuestro ser y el cosmos. La podemos emplear para comprendernos a nosotros mismos, comprender la vida, situarnos en el mundo, consolidar nuestro espíritu y establecer el arco que nos permita honrar las fuerzas de la naturaleza y la energía de la vida.
En este sentido, la rueda es un altar, un instrumento de concentración para nuestra conciencia, une espacio sagrado y una ayuda para la meditación. La rueda tiene muchos significados a numerosos niveles diferentes y todo lo que existe tiene su lugar en ella... En realidad es un lugar de belleza y construyéndola nos hacemos muchos planteamientos y nos abrimos muchas puertas.
La versión de la rueda que se utiliza con más frecuencia proviene de la tradición Lakota, pero existen muchas variantes y ninguna es correcta o incorrecta, sino que cada una se adapta mejor a cada tipo e persona. La rueda se divide en cuatro cuadrantes que se corresponden con los puntos cardinales. El círculo dividido en cuatro, el mismo que en la cruz celta, es un antiguo signo de totalidad...
La rueda no sólo representa la orientación en términos de dirección, también representa el paso del día a la noche y al nuevo amanecer, y traza el ritmo del año, empieza por la primavera, sigue con el verano, el otoño, el invierno y de nuevo la frescura de la primavera. La vida humana también queda reflejada en ella, desde el nacimiento hasta el renacimiento, pasando por la juventud, la madurez y la muerte, pues a la visión despierta le resulta evidente que la vida no comienza con el nacimiento ni termina con la muerte: todo es circular, se repite, se transforma y se vuelve a repetir en una octava mayor de la espiral.
Este
El Este es el punto cardinal por el que sale el Sol. Podemos visualizarlo "entrando" en la rueda del mismo modo que lo hacemos en nuestra encarnación física. Su elemento es el fuego, su color es el amarillo, su animal totémico es el águila que vuela alto y posee una vista de largo alcance, y su cuerpo celestial asociado es el Sol. El Este equivale a la primera llamada del clarín al amanecer: es la primavera y trae la claridad. Es el momento de la encarnación, de la entrada en la materia y la infancia. Equivale al reino de la humanidad (en contraposición al reino vegetal, animal o mineral) y está específicamente relacionado con el espíritu, o quizá la intuición en el sentido en que C.G. Jung emplea el término de psicología, esto es, la capacidad de percibir los significados y propósitos generales, de ir con inspiración y "ver" al otro lado de las esquinas, pues para la visión holística a veces las esquinas no existen. La muerte y la vejez son los enemigos del Este, no en el sentido de la sabiduría y la transformación, sino en el sentido restrictivo de la pérdida de la visión, del movimiento y de las potencialidades, y también por su herencia de miedo. En el Este determinamos cómo emplearemos las energías a todos los niveles. Es el "lugar de la vista de largo alcance" y quizás el más abstracto de los cuatro cuartos.
Sur
Después del Este, siguiendo las manecillas del reloj, viene el Sur.* El Sur está relacionado con el mediodía, el verano, el color rojo. Es la época de la juventud, la época en que aún creemos, somos inocentes y nos preocupamos por nuestros sentimientos y por lo que nos rodea. En términos humanos, el Sur corresponde a las emociones. El elemento del Sur es el agua y su cuerpo celestial la Luna, reina de las mareas. Su animal totémico es el ratón, que puede parecer un animal humilde; sin embargo, todas las criaturas tienen el mismo valor, poseen un mensaje para nosotros y cualidades de las que podemos aprender. Con el ratón aprendemos la importancia de observar cuidadosamente, de ser en verdad quienes somos y estar en realidad donde estamos, algo necesario para tomar decisiones inteligentes. La función del Sur se puede equiparar a lo que, según Jung, es la función del sentimiento: identificar aquello que tiene valor y significa algo para nosotros, para nuestros seres queridos y la sociedad en que vivimos. El sentimiento nos trae comodidad, unifica y favorece el crecimiento cultural. El enemigo del Sur es el miedo, que mata nuestra habilidad para tomar decisiones y nos paraliza. El sur representa el reino vegetal, el que aporta la energía y es el lugar "cercano".
Oeste
Llegamos ahora al Oeste, dirección del elemento tierra, de la noche y el otoño. Su color es el negro y es el hogar del reino mineral de la vida infinitamente lenta y silenciosa que se desarrolla sobre la Tierra. Su aspecto humano está relacionado con el cuerpo físico y por ello podemos asociar la función de las sensaciones, según Jung -el uso de los cinco sentidos ordinarios, lo "real"-. El Oeste corresponde a la madurez, la época en la que tenemos la fuerza para hacer cosas, para ayudar a otros -jóvenes y viejos- de forma práctica y activa. Sin embargo, el Oeste también tiene que ver con la introspección profunda y con la transición de un estado a otro; también con la intuición, pero de un modo más interior que el Este. Su animal totémico es el grizzli u oso gris, el más fuerte de todos, el que se cura a sí mismo con su conocimiento instintivo de las hierbas y que conoce la necesidad de prepararse para el futuro (por ello come y se aprovisiona para hibernar). Su cuerpo celestial asociado es la Tierra; su enemigo, la falta de fuerzas. Es Oeste es el dominio de los poseedores de la energía, el lugar para "mirar por dentro".
Norte
Finalmente estamos en el cuadrante consagrado al Norte, donde el color es el blanco de la nieve, de acuerdo con el invierno. El Norte se corresponde a la medianoche y su cuerpo celestial lo constituyen las estrellas. Su elemento es el aire y se asocia con el conocimiento y la sabiduría (en función del pensamiento, que para Jung esclarece y clasifica, conduciendo al conocimiento profundo). En términos humanos, éste es el dominio de la mente (no es lo mismo que el cerebro) y está asociado con quienes reciben energía: el reino animal. Su animal totémico es el búfalo. El búfalo era de vital importancia para los indios norteamericanos, que lo utilizaban todo de él: su carne para comer, la piel para ropas y tipis, los huesos para armas y utensilios. Los búfalos no eran explotados, eran honrados, al igual que todos los animales, como manifestaciones del Gran Espíritu. Las manadas de búfalos que atraviesan las praderas reflejan la movilidad del aire. Por otra parte, los muchos usos que se le dan al búfalo ilustran la adaptabilidad del elemento. Correspondiente a la vejez y a la muerte, y también al tiempo indefinible entre las encarnaciones, el Norte es el "lugar del conocimiento". Su enemigo es la seguridad.
Arriba, abajo y en el centro
Hasta ahora, nuestra rueda ha tenido dos dimensiones, pero no debemos olvidar las otras tres posiciones que señalan nuestro lugar en el universo y que también son relevantes en nuestro viaje por el Mundo Medio, el Mundo Superior y el Mundo Inferior.
Arriba está el denominado Padre Cielo, que nos enseña a expandirnos, a hacernos más grandes, a encontrar la relevancia, el significado y la luz de la verdad. El Padre Cielo nos insta a movernos, espiritual, conceptual y materialmente. Como un buen padre humano, su amor siempre está presente, pero su aprobación es condicional. No nos traza patrones, pero nos anima a encontrar nuestras propias normas, a desarrollarnos ya a mejorar sin abandonar nuestra propia senda.
Abajo es el reino de la Madre Tierra, hogar de nuestros ancestros y de nuestro poder instintivo. La Madre Tierra nos muestra los caminos hacia nuestras propias profundidades, a nuestras fuentes más profundas, y nos ayuda a acceder a todos los talentos que poseemos. Como una buena madre humana, su amor siempre está disponible y su aceptación es incondicional, pero nos pide que nos aceptemos como somos y nos veamos con honestidad y coraje para poder crecer.
El Centro es el lugar de la quietud y el aplomo. Es ese siempre significativo vacío dentro de nosotros en el que podemos escuchar una "vocecita tranquila". También se asocia al quinto y más sutil elemento, el éter, que informa e interrelaciona a los otros cuatro. El centro es la totalidad del año, del ciclo, del cosmos. Es el lugar de la espiritualidad y de la imaginación y podemos vincularlo a la sexualidad como función que genera vida nueva, inspiración, poesía, que nos envía a la búsqueda de la totalidad.
Situación de la rueda
La rueda puede -y debe- situarse físicamente en nuestro entorno con ayuda de la meditación o como preludio de un viaje. Podemos hacerlo utilizando una esterilla circular, una mesa, una bandeja o lo que tengamos a mano. No nos hará falta una brújula en casa, pues las direcciones sólo deben ser más o menos correctas, pero de noche en un lugar desconocido, no nos iría mal para cerciorarnos.
Es importante dejarse llevar por las propias sensaciones al imaginar la rueda. ¿Qué asociamos con el Sur? ¿Y con el Norte? Y así sucesivamente. Veamos algunos objetos que podemos colocar en los cuatro puntos del círculo:
Este: Varias velas atadas con una cinta amarilla, un huevo (ornamental o real), fotos del amanecer, cualquier objeto amarillo o luminoso, plumas de ave, cualquier cosa específicamente humana y que hable de la iluminación (como la Representación del hombre en el universo, del Leonardo da Vinci, por mencionar un ejemplo).
Sur: Agua en un tazón rojo, algo de color rojo, una planta, un adorno que muestre la Luna, fotos de plantas, ¡hasta un trozo de queso! (para asociarlo a los ratones y a la leche).
Oeste: Aquí podríamos colocar todo tipo de piedras (preciosas o o), hierbas, nueces y un recipiente con tierra, objetos de color negro o la reproducción de la pata de un oso.
Norte: Algo de color blanco que sugiera la nieve, la cima de una montaña o la claridad: figuras de animales, especialmente el búfalo; mariposas, semillas de plantas que transporte el viento, representaciones de un consejo de ancianos, una carta astral. Aquí podemos quemar varillas aromáticas o colocarlas como representación del incienso, el don del aire.
Centro: Podemos encender una vela en reconocimiento a la presencia del espíritu. Después de encender la vela, tenemos que movernos en le dirección del Sol como señal de respeto a los poderes que estamos honrando.
Invocando a las direcciones
Tenemos que descubrir nuestra propia forma de invocar a las direcciones una vez colocada la rueda. Una manera de hacerlo puede ser cerrando los ojos y pronunciando lo que nos dicte la propia mente: imágenes, asociaciones, sentimiento o incluso alguna poesía. Por ejemplo, hacia el Sur podemos decir:
"Espíritu del Sur, le pido que hoy esté aquí conmigo. Calor, verdor suntuoso, belleza, viajo en sus brazos. Ayúdeme a encontrar al joven que hay dentro de mí y a descibrir todas las cosas pequeñas y humildes que son tan importantes. Que la Luna actúe sobre las mareas de mi alma y yo camine sin miedo, con plena confianza."
Para el resto, estoy segura de que cualquiera puede inventarse las palabras más adecuadas, dejándose llevar por sus propias sensaciones. No hay que olvidarse de invocar al Padre Cielo, a la Madre Tierra y también al Centro. Como preparación para las próximas tareas, nos dejaremos invadir por la paz y la plenitud y permitiremos que nos dominen.
Las direcciones quizá se entiendan mejor si pensamos en ellas como poderes cósmicos inteligentes y de gran magnitud. No están ceñidas a los cuartos designados, sino que más bien éstos se utilizan como un medio para llegar a contactar a esos poderes.
También se puede emplear la rueda con fines terapéuticos. Por ejemplo, quizá usted aprenda a ser más divertida, si es mujer, e interesarse por lo que le rodea y recibir la inocencia y la espontaneidad que conocía cuando era pequeña. Con esta finalidad, una vez situada en su propia rueda e invocando a las direcciones, puede decidir "sentarse" en el cuadrante consagrado al Este para absorber sus cualidades, para hacerse más afectuosa, más joven, más sencilla.
* En el hemisferio norte de la Tierra nos movemos en este sentido en el contexto del ritual porque ésa es la dirección que sigue el Sol. En el hemisferio sur sucede lo contrario. Así mismo, los significados del Sur y del Norte pueden invertirse si se rota 180º la rueda de las armonías para adecuarla al hemisferio sur.
26/12/09
La Rueda Lakota de las Armonías
en 11:15 Publicado por Rykardho
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario