12/1/10

LOS TERIBES

Historia del grupo indígena Naso Teribe de Bocas del Toro
José Manuel Reverte*
Academia Panameña de Historia

Es un grupo indígena bien definido y compacto que se conoce desde que los primeros exploradores españoles penetraron por la región bañada por el Río Teribe y sus afluentes.
Extendíanse los indios teribes, térebes, tervis, tejves, térrebes, o térrabas, ortografía multiforme con la que se les conoce en las distintas épocas en los documentos de los siglos XVI y XVII a todo lo largo del Río Teribe, Changuinola y la Isla de Toja o Colón, y estaban formados por diversas parcialidades, todas ellas más belicosas que las tribus vecinas. Sólo tenían como enemigos a los chánguenas o chánguinas, tribu caribe de notable fiereza y a los Talamancas que habitaban las márgenes del Río Sixaola.
Llegó a ser una tribu numerosa, hasta de 10.000 indios en la época en que Cristóbal Colón llegó a las costas de Bocas del Toro, hasta quedar reducida por las diversas circunstancias que hemos ido viendo durante el curso de esta exposición a la cifra actual de unos 400 individuos.

El último Censo de la República de Panamá (1960) no nos da informes muy precisos sobre poblaciones indígenas, y menos sobre el área habitada por los indios teribes, ya que no especifica ni hace distingos entre los diversos grupos autóctonos. Para el Distrito de Changuinola (Corregimiento) da una población indígena de 513, para la cabecera de Bocas del Toro y Caseríos, 85 y para Guabito, 32. En total, en el Distrito se registran 630 indígenas. Esta información no establece diferencias entre grupos teribes, guaymíes o talamancas, ni tampoco parece referirse a los indios cuna que buen número trabajan para la Compañía Frutera de Bocas del Toro-
Según los informes obtenidos en la región durante nuestros viajes y el número de casas vistas por nosotros entre los teribes, creemos que como máximo la población de este grupo debe llegar a 450 individuos.
La primera información sobre los teribes se la debemos a Juan Vázquez de Coronado. Ya por entonces los teribes se revelan como un pueblo con características propias, y totalmente diferentes a los demás aún en sus reacciones. Fueron los únicos que menciona el Adelantado en su Probanza de méritos (154) como rebeldes, ya que no quisieron prestar obediencia y sumisión al Rey de España. Eran indios bravos, poco amigos de someterse a nadie, orgullosos e independientes.
Cuando llegó Vázquez de Coronado a la región (1563-1564) compartían el Norte de la Cordillera los térebes o Texbi con los quequex-ques que debía ser una rama de la misma tribu, luego los Ara, Güera, Tuaca, Cuexara, Zabarú, Cururu, Araraca, Tamari, Queribista, Tay-maru, Tariaca y Suerre (155).
De todos estos cacicazgos, sólo los térebes presentaron resistencia y se negaron a prestar obediencia (156).
Por tal motivo Vázquez de Coronado, envió al Sargento Mayor Juan de Turcios, que con el Capitán Diego Caro de Meza, Alguacil Mayor y 26 ó 30 soldados fueron a la provincia de Tervi y en nombre de Su Magestad “tratase y amonestase a los naturales del dicho pueblo é provincia de Tervi, que luego den la, obediencia a S.M. y reconozcan al Rey Don Felipe nuestro Señor por su Rey é Señor” (157).
Se desempeñaron tan bien los emisarios que convencieron pacíficamente a los indios teribes y estando en Cutcurú el Adelantado, se presentó el día 20 de febrero de aquel año de 1564 el cacique QUIQUINCUA “del dicho pueblo de Terbi (que por nuestro nombre llamamos Texbi) con 10 principales y 60 yndios maceguales” y le rindió obediencia intercambiando regalos.
Ya por entonces o poco después, las restantes facciones que hablaban la lengua teribe rindieron obediencia al Adelantado y sellaron el pacto de amistad.
Los primeros indios con que en realidad tomaron contacto los hombres de Vázquez de Coronado al descender desde Ara, fueron los Teribes, y éstos fueron los que protegían a los indios mejicanos, los delegados de Moctezuma.
Los lugares donde hicieron alto y tomaron posesión son claramente nombres teribes: Texbi, Terbi, Quequexque, Cutcurú y el descenso hacia el mar se hizo siguiendo el Río que ya por entonces llamaron de la Estrella, habitat de los teribes, así como el reparto de minas fue sobre las márgenes del mismo río de los teribes.
El año de 1605, el Gobernador y Capitán General de Costa Rica, D. Juan de Ocón y Trillo, hizo un repartimiento de indios contraviniendo las órdenes del Rey y en él se dispone que el pueblo Té-rrebe quede depositado en Diego de Sosa y Juan Alonso.
Ya por entonces (1608) los indios térebes y sus familiares los quequexques tenían como enemigo natural a sus vecinos los ORO-BARASQUE o DORASQUES o DORACES (158), con los que siempre estaban en guerra y que debían estar estrechamente vinculados con los Changuenas y Chánguinas-caribes, si es que no eran los mismos.
El carácter de los teribes y su bravura se manifiesta en diversas ocasiones. El 1611 se rebelan los térrebes, quequexques y otros, matando cuatro españoles (159), y Diego de Sojo, Teniente del Gobernador, envió al Capitán Pedro Flórez para que fuese a investigar y hacer las detenciones de los culpables. El Capitán Flórez fue recibido con una granizada de lanzas que dejaron malheridos a cuatro españoles y siete indios de los que acompañaban al Capitán, muriendo dos caciques del grupo de indios que iban con Flórez. Este atacó sin embargo, tomando al asalto el Palenque teribe que no menciona cuál fue ni en qué parte estaba situado. De allí siguió a otros poblados teribes.
Se calculaba en 20.000 indios los que habitaban el Valle del Duy en el cual se comprendía el Río de la Estrella o Teribe, aunque en esta cifra se englobaban otras tribus diferentes, con lenguas distintas a la teribe. Por otra parte, la sangría era constante, como resultado de las continuas guerras intertribales, y esto constantemente hacía disminuir la cifra de habitantes que se veía equilibrada apenas con el número de nacimientos (160).
El Obispo de Panamá, Fray Francisco de la Cámara, en 1620, calculaba en 4.000 el número de indios que habitaban el Río de la Estrella, “que están en continua guerra los del un río con otro” (se refiere al Teribe y al Changuena), (161).
Se les reconoce como “gente que usa alguna polizía a la usanza mexicana”.
El Cabildo de Cartago menciona el año de 1648 que los palenques de Térrebe y Quequexque están habitados por tinos 600 indios y señala que ambos grupos son de la misma provincia (162).
Pero el Censo más detallado procede del año de 1697, en que Fray Francisco de San José tuvo la paciencia de ir de poblado en poblado anotando todo cuanto veía.
Estimaba el fraile que los térrebes disponían de 109 casas y 9 caciques con un total de 1.300 almas. No se incluían los de la Isla de Toja aunque en su mayoría eran térrabas o al menos hablaban esta lengua y que ascendían a 800 almas con más de 100 caciques.
Cada casa era habitada por 15 á 20 almas.
En cuanto a los Chánguenas, fueron estimados en 1.200 almas, repartidas en 42 casas y dirigidas por 14 caciques (163).
Reconoce Fray Francisco que “los térrabas son los más trabajadores y tienen más instrumentos”. Tenían un gran sentido comercial y sus tratos con algunas tribus como los Borucas del Sur de Costa Rica y Chiriquí y con los mismos mejicanos así lo demuestra.
Tenían sus buenas siembras de maíz, caña de azúcar, plátanos, cacao, pixvá, yuca, frijoles, ñames y cazaban y pescaban en toda época del año.
Es indudable que los misioneros comprendieron el valor de aquel grupo indígena y lo demuestra el hecho de que a pesar de su bravura y frecuentes rebeldías, concentraron su atención sobre ellos, y fueron térrabas los que comenzaron a trasladar al Mar del Sur para poblar la región boruca.
Pero desde el primer instante pudo observarse que mientras un grupo de Teribes era más dúctil y maleable y se plegó a la forma de vida que le dictaron los franciscanos, otro grupo, del que proceden los actuales teribes del Distrito de Changuinola, nunca quiso abandonar la tierra de sus mayores y permaneció en su habitat contra viento y marea, y todavía sigue en nuestros días aunque ya hayan aceptado ciertas ventajas que les proporciona la vida moderna, tales como vestido, lengua, alimentos, e incluso están construyendo una Escuela.
Los misioneros Fray Antonio de Andrade y Fray Pablo de Rebullida (164), informan que los Téjavas o Téxavas son la misma nación que los Térrabas. Por entonces (1705), los franciscanos habían logrado una paz o armonía temporal entre teribes y talamancas, y señalan que los teribes (del río de la Estrella e Isla de Toja, que hablan una misma lengua) serán unos 2.000.
Lo mismo señala Rafael Fajardo en 1708 (165) que dice que Térrebes e isleños de Toja son de la misma nación torraba.
Fray Antonio de Andrade y Fray Pablo de Rebullida en 1709 informan que los indios de la nación térraba “son aplicados a rezar y las criaturas son muy hábiles, pues aún de pecho hemos visto rezar (166); tienen mucha fe y no olvidan fácil lo que se les enseña como las otras naciones” (167).
Pero no es fácil cambiar a quienes han vivido por siglos a su manera y Fray Pablo de Rebullida recibiría el martirio de las manos de quienes tanto amó como recompensa a sus desvelos por ellos. No en vano escribía en una carta el año 1702: “yo me habré de salir por no tener la vida segura en estas dos naciones por el furor de los Térrabas que a todos nos tiene aterrados” (168).
Los mismos indios teribes fueron los que en un momento de exaltación quemaron 14 iglesias destrozando cuanto encontraron a su paso (169).
En 1719 todavía no habían cambiado los Teribes, y los de la Isla de Toja eran calificados por D. Diego de la Haya Fernández, Gobernador de Costa Rica como “los más belicosos de toda la América, pues no tienen correspondencia ni familiaridad con ninguna nación”.
En 1763, Fray Manuel de Urcullu divide a los indios de la región en los siguientes grupos:
Talamancas, que comprenden los cabeceras y viceitas.
Térrabas, que comprenden los de este nombre, y los toxares que habitan la Isla de Toja.
Changuerías Zeguas o mexicanos Dorasques y Guaymíes.
Y señala que “los indios de todas estas naciones son bravos y guerreros pues su más común ejercicio es andar con las flechas y las lanzas adiestrándose para sus guerras … el juego y diversión de los muchachos es disparar y tirar lanzas y así salen muy diestros en su manejo”.
Este era el indio Teribe, el antepasado del actual.
Durante nuestra visita realizada al río Teribe en 1964, hemos encontrado un grupo de indios acogedores, cordiales, amables, alegres, felices y un poco infantiles en sus reacciones, sumamente inteligentes, vivaces, despiertos, con un dominio perfecto de la lengua castellana que hablan con un acento peculiar a pesar de su aislamiento, dirigidos por un cacique o Jefe hereditario que ellos llaman EL REY, hombre de edad avanzada, al que todos respetan y aún miman. Recuerdo el detalle al parecer insignificante, cuando solicité permiso para tomar una fotografía de él, y me fue inmediatamente concedido con amplias sonrisas, pero después de hacerme esperar unos minutos durante los cuales dos de los varones de la tribu se acercaron a su REY para peinarle cuidadosamente, ya que llevaba revueltos los cabellos por el viento, acicalarle y estirarle la camisa y colocarle luego cuidadosamente la gorra de cuero con que se adornaba y cubría. Y mientras la escena se desarrollaba ante mis ojos y yo esperaba pacientemente a que terminaran la “toilette”, el REY se dejaba hacer muy complacido ante la solicitud y cuidado de sus subditos. Su nombre es Lázaro Santana.
Tienen un gran sentido musical, utilizando diversos instrumentos autóctonos, flautas, pitos, tambores, hechos por ellos mismos y algunos poseen modernas guitarras españolas con las que acompañan sus canciones, antiguas y modernas con gran habilidad.
Sus facciones son agradables, pudiendo calificarse algunos de ellos como realmente agraciados. Tipos robustos, fuertes, bien constituidos y en general bien nutridos, a pesar de las parasitosis intestinales que abultan el abdomen de los niños y hacen palidecer su semblante.
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* LOS INDIOS TERIBES DE PANAMA. 1967. Capitulo X. El Indio Teribe. Trabajo presentado al XXXVII Congreso Internacional de Americanistas, septiembre de 1966.
154 “Provanza de méritos, etc., 1563″, loc. cit. (AGÍ, Patronato, 1-3-12/3).
155 Estos fueron los nombres que los caciques de Coto y Tururaca dieron a Juan Vázquez de Coronado, que según ellos disponían de poblados o palenques de población considerable, “la mayor parte poblados en savana, de gran gente y riqueza”. (“Provanza hecha a pedimento de Juan Vázquez de Coronado acerca de sus méritos y servicios, 1563″. (AGÍ, Patronato, 1-3-12/3).
156 “Como consta y es público y notorio, los yndips naturales é vesinos de la
provincia de Tervi no han dado la obediencia a S.M. como lo an hecho todos los de su comarca, y ellos solos están rebeldes”. (“Obediencias de caciques”, loc. cit. 1564).
157 “Obediencias de caciques, 1564″, loc. cit.
158 “Carta de Alonso de Bonilla al Gob. D. Juan de Ocón y Trillo 1608″. (Arch. Nal. de C. Rica, Fernández, L.: “Col. de Doc. para la Historia de C. Rica, t. V, p. 147).
159 “Información de méritos y servicios del Cap. Pedro Flórez, 1611″. (AGÍ, 64-4-5).
160 “Proposición del Capitán Diego del Cubillo, 1617″. (AGÍ, 64-2-2). Dice así en este documento: “Las guerras civiles que ay entre los del Valle del Guaymí y los de Quequexque, Térrebe y otros, los que consumen y acaban”
161 “Carta del Obispo de Panamá, Fray Francisco de la Cámara”, loc. cit.
162 “Informe del Cabildo de Cartago, 1648″. Loc. cit.
163 “Declaración de las casas y parcialidades, etc.”, loc. cit.
164 “Informe de los misioneros Fray Antonio de Andrade, Fray Pablo de Rebullida y Fray Lucas de Rivera, Cartago, 2 de junio 1705″. (AGÍ, 65-6-28).
165 Carta de Rafael Fajardo, loc. cit.
166 Se entiende con esto que según la costumbre muy generalizada entre los indios de diversas tribus del istmo la lactancia materna duraba mucho tiempo.
167 “Informe de Fray Antonio de Andrade y Fray Pablo de Rebullida, 1709″. (AGÍ, 65-6-28).
168 “Carta de Fray Pablo de Rebullida, 1702″, (AGÍ, 65-6-28).
169 “Carta de D. Lorenzo Antonio de Granda y Balbín”, 1709. (AGÍ, 65-6-28).

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