25/6/08

HISTORIA DE BORUCA

Tomado de www.cedin.info

La villa de Boruca (Brúncajc) está situada al sureste de Costa Rica, hacia la costa pacífica, y es el distrito No. 4 del cantón de Buenos Aires, en la provincia de Puntarenas.
A la llegada de los españoles, la sección sureste de lo que ahora es Costa Rica, estaba habitada por pueblos indígenas de origen común que compartían similitudes de lenguaje, sistema social, tipo de vivienda y tradiciones. El proceso de colonización y conquista de esta zona se llevó a cabo entre 1563 y 1875, provocando una consecuente ruptura de los sistemas sociales tradicionales de los indígenas y una migración masiva de ellos hacia zonas montañosas.
Para esta época, algunos de los pueblos indígenas del país disminuyeron de tamaño o se extinguieron debido a las luchas con los colonizadores, a las guerras internas y a la intromisión de los españoles que trajeron enfermedades contagiosas.

La primera mención de los borucas data de 1562, en donde figuran Borucaca -adaptación de la palabra boruca Brúncajc- y Turucaca (Vázquez de Coronado 1977:10). Cuando Juan Vázquez de Coronado va a la zona sur de Costa Rica, en 1563, llegan a visitarlo unos indios, entre ellos Giriara, cacique de Borucaca y Turucaca. En vista de que a menudo se citan los dos pueblos, es muy probable que Borucaca y Turucaca pertenecieran a un grupo culturalmente afín. En 1569 se vuelve a citar a Boruca como un palenque con más de 350 indios, distante de Coctu 3 leguas (unos 17 km.) y su cacique se llamaba Guayabí (repartimientos de Perafán de Rivera, en Fernández 1976: 26-30). Vázquez de Coronado (Fernández 1976: 27) cita a un tal Guaibi como cacique de Coctu en 1563. De ser el mismo Guayabí de los repartimientos de Perafán, es muy probable que los coctus, vecinos de los borucas, también estuvieran emparentados o muy relacionados con los borucas, lo cual explicaría por qué figuran borucas y coctus mencionados juntamente en la documentación colonial, y por qué el obispo y el cabildo eclesiástico de Panamá quisieran, en 1629, fundirlos en un solo poblado (Fernández 1889:171).
Los borucas fueron “pacificados” en 1608 y en 1629 se fundaron los pueblos de San Diego de Acuña y San Juan de Calahorra. Después se estableció el pueblo de Boruca como parada para el “camino de mulas” que había sido abierto ya en 1601 por Gonzalo Vázquez de Coronado. Boruca fue el resultado de la unión de varias comunidades indígenas del Pacífico Sur y constituyó durante el siglo XVII el principal centro económico de la zona sur.
En una relación de 1680, escrita por Juan Alvarez de Ulate, se describe a Boruca en los siguientes términos:
Fúndase de una iglesia, un convento y doce casas que llaman palenques, todas pajizas. Su fundación es en la parte que la hizo el maestre de campo don Juan de Salinas, gobernador de esta provincia. He adelantádola en casa de común, cabildo de justicia, venta y mesón de pasajeros y cinco casas; he sacado algunas familias que tuve noticia había en la montaña y las puse en la población de Boruca, y les nombré alcaldes y regidores. (Fernández 1976: 63).
De la lectura de la documentación colonial se infiere que a los españoles no les fue fácil dominar -pacificar, como se decía en la época-, a los borucas. El "encuentro" de ambas culturas no siempre trajo los resultados esperados, muchas veces llenos de violencia por parte de uno y otro grupo. Son varios los documentos coloniales que relatan las vejaciones hechas por autoridades civiles y eclesiásticas a los borucas. En 1711 el obispo Garret y Arloví informa que: los borucas tienen dos fieros huracanes que los contrastan, porque el teniente que tiene allí puesto el Gobernador... para que le tiñan hilo morado, los hace vivir como brutos en la playa por meses enteros, sin oír misa y desollándolos a azotes para que acudan con la porción de hilo que se les ha repartido; por otra parte el mismo padre franciscano practica con ellos la misma crueldad, para que con dicho hilo morado, como género más noble, le paguen la ración. (Fernández 1889: 301).
Por su parte, los borucas asaltaban las caravanas de mulas que iban a Panamá, según consta en un manuscrito de 1629 (Fernández 1889:185). A la larga, de las refriegas que hubo entre los dos grupos nació la tradición de la fiesta de los diablitos, en representación del triunfo y de la guerra entre españoles y borucas (Constenla y Maroto 1979:152). Otros, nada contentos con el nuevo dominio, optaron por huir a los montes. Todavía se cree que hay grupos retirados, moros (es decir, sin bautizar) conocidos como chánguinas, cú ra rójc o cajcshí rójc, pues no siempre acataron los deseos de los misioneros, de verlos hechos fervientes católicos.
En 1702 escribe Fray Pablo de Rebullida:
El pueblo de Boruca está hoy perdido, pues al padre quando va no le quieren sacar las criaturas para bautizar y se han muerto sin bautismo. ¿Pues por qué? Porque ellos son burlones del padre y hazen chacota del padre quando los llama a confesar. Y así, aunque caigan enfermos, no quieren llamar al padre. (M. Ruz 1991: 280).
De esta forma, aunque en los informes generalmente figuran como indios cristianos, la realidad parece haber sido otra (cfr. Ibarra 1990: 42).
Por ejemplo, en 1702 el citado Fray Pablo de Rebullida dice que
En los borucas los padres me han dicho que matan mulas ha honras del difunto, y si el difunto es rico suelen matar sus esclavos. (Ruz 1992:282).
Debido básicamente a la sustitución paulatina del “camino de mulas” por otros rumbos, la importancia de Boruca disminuyó dejando de ser el medio por el cual se hacía el comercio entre Costa Rica y Panamá. Con la construcción de la Carretera Interamericana en el presente siglo, quedaron aún más aislados, provocando además un aumento de las migraciones de campesinos no indígenas hacia la zona y el florecimiento de otras comunidades que se convierten en centros económicos y toman el lugar que en el pasado tenían las comunidades boruqueñas.

BORUCA HOY
Para llegar al Boruca de hoy, existen un par de caminos (ruta Térraba y Chánguina); el primero, por medio de un camino de unos 20 km. de lastre y barro, muchas veces intransitable en ciertos tramos durante la época lluviosa. Hay otro camino que conduce a la Interamericana, de solo 8 km. de largo. El servicio de autobuses funciona todos los días cuando el tiempo lo permite, de modo que es posible salir a ciudades como Buenos Aires y San Isidro y volver al pueblo en el mismo día. Actualmente el trayecto de Boruca a San José es de 7 horas en autobús, cinco en automóvil. Antes de la creación de la Interamericana Sur 1936-1960) los borucas también se comunicaban con el exterior por vía fluvial a través del Río Grande de Térraba. Salían al mar por su desembocadura, donde está la actual Ciudad Cortés, y desde allí se desplazaban a los pueblos de la costa pacífica, o bien se quedaban en la costa con el fin de juntar surém is, un molusco de donde se obtiene el color púrpura, y de extraer sal de los troncos de la costa. El recuerdo del contacto con el río y con el mar pervive en muchos habitantes. E. Leiva, un geógrafo que visitó la zona en 1908, afirma:
Boruca es el más original entre los pueblos indígenas de esa parte del país. Aunque se dedican los habitantes a la agricultura, casi todos ellos son buenos marineros y muy atrevidos para navegar en los raudales del río (Leiva 1908: 3015).
Además, el alto número de nombres para los diferentes moluscos y productos del mar que recopila Pittier (1941) son prueba lingüística de este contacto.
Un vez superado el empinado camino, encontramos que el actual pueblo de Boruca está asentado en un valle atravesado por un pequeño riachuelo -otrora grande y caudaloso-, y tiene en mucho las mismas características de un pueblo rural costarricense, con una iglesia católica en el centro del poblado, una Escuela, un Colegio, Centro de Salud, EBAIS, dos almacenes o pulperías, una cantina y las casas de habitación dispersas por el valle.
Los límites de Boruca son: al norte la Fila de San Antonio, al este la quebrada de Yimba Cajc, al oeste la fila de Palmital y Quebrada de Yan. Por el sureste limita con la Carretera Interamericana, el río Térraba y Chánguina, al suroeste la montaña del Volcán de Boruca y al noreste con sabana de Caliente Tigre y el caserío de Shamba.
Hasta hace muy poco tiempo -30 años-, la mayoría de los borucas vivíamos en ranchos construidos con materiales propios de la zona, techados con palma real o zacate. Este último material fue hábilmente utilizado, de manera que las viviendas tenían una duración cercana al siglo. Al ser utilizadas como viviendas multiuso, el humo de la cocinas de leña, formaban poco a poco un material impermeable por dentro de los techos, impidiendo la penetración de humedad, al tiempo que ahuyentaba los insectos u otros animalitos que atacaran la madera y el zacate. Sin embargo, todavía quedan reminiscencias de algunas casas con paredes de caña y techo de palma o de paja. La razón por la cual no se han vuelto a construir viviendas tradicionales es porque hay muy poco experto y casi no hay materia prima, a saber, ciertos pastos muy comunes en la sabana antes de que se introdujera el pasto para forraje.
A partir de 1989, hubo un cambio importante en el tipo de casas, ya que se incentiva la construcción de viviendas por parte del Proyecto Nacional de Bambú. Algunas viviendas son hechas de madera, las últimas construidas son de bambú y cemento, una innovación arquitectónica que responde al programa mencionado, el cual se llevó a cabo a fines de la década pasada. Aunque se adopta el modelo de construcción dado por el proyecto, se mantiene el patrón de asentamiento disperso, donde las viviendas quedan separadas unas de otras.
Hasta hace algunos años no había división entre las propiedades cercanas a las casas de habitación. Casi todas las casas gozan de alumbrado y agua potable a través de la cañería, y muy pocas personas hacen uso del río que atraviesa la comunidad para lavar, como era costumbre antes de la introducción de las cañerías.
Muchas familias poseen aparatos de televisión y casi todas tienen radios. Además, el pueblo cuenta con una emisora llamada Radio Boruca, que en sus principios fue establecida con el ánimo de transmitir aspectos de la cultura y tradiciones borucas, pero hoy en día funciona como una radioemisora cualquiera.


Demografía
En cuanto a la demografía boruca, existen varios censos de población de la época colonial. Por ejemplo, en 1719 el gobernador Diego de la Haya informa que había más de 100 familias borucas (Fernández 1889: 315). Para 1800 se cuentan 250 indígenas (Sanabria 1992: 129), y el censo de 1814 señala 252 habitantes (Sanabria 1992: 191). Si se comparan dichas estadísticas con los datos suministrados por D. Stone para 1949 (en Bozzoli 1986: 59), donde cuentan 641 indígenas borucas en la zona, se puede apreciar que el crecimiento de la población boruca ha ido a un ritmo bastante estable.
Actualmente, se tienen datos bastante precisos que el número de indígenas son unos 3,200. Aclaramos que incluye los que viven tanto dentro como fuera de toda la extensión territorial (no se incluye los indígenas de Rey Curré); en comunidades como Bella Vista, Mojón, Lagarto, Puerto Nuevo, Cajón, La Presa, Sinrancra, Yan, Alto Las Moras, Miravalles, Tres Ríos , San Joaquín, Shamba, Bajo Veraguas, Santa Teresita, Ojo de Agua, Maíz de Boruca, Mayal, Boquete, Bajo Dioses, Zapote, Vergel, Cañablancal, e incluso, los que viven en la ciudad capital u otras ciudades; que por una u otras razones deben abandonar su pueblo, pero que en determinadas fechas o actividades, normalmente afluyen para encontrarse con sus familiares y amigos.
Lamentablemente esta variable en el censo, no fue adoptada en el reciente censo nacional, razón por la cual, consideramos que el número total de indígenas costarricenses, se verá reducido sustancialmente.
Economía
En la zona se cultivan el arroz, los frijoles, el maíz, hay grandes extensiones de pastos para la ganadería, terrenos en barbecho y muy poca zona boscosa.
En nuestro pueblo, la actividad económica de mayor importancia es la agricultura con parcelas en las que se cultiva para el autoconsumo y la comercialización e los excedentes. Entre los principales cultivos, podemos citar los frijoles y el maíz, teniendo en una segunda línea al arroz, banano, yuca, plátanos, tiquisque, naranjas, pejibayes, entre otros.
Debido a la falta de recursos económicos y capacitación para utilizar nuevas técnicas de producción, el trabajo en la agricultura experimenta una baja de productividad. Además, en la comercialización de sus productos se les explota y subordina, pues entre ellos no se da ninguna participación en la determinación de los precios de sus productos, puesto que estos no son dados ni siquiera por las demandas del mercado, son dadas por los intermediarios.
Como mano de obra en el trabajo se emplea el grupo familiar. En algunas familias (la minoría), tanto el hombre como la mujer realizan labores en el campo (siembra y recolección), participando en todas las fases del proceso productivo. Ambos trabajan en el campo cuando los cultivos son en su propia parcela. Sin embargo, el trabajo de la casa lo realiza generalmente la mujer. Cuando tienen la necesidad de “jornalear” (trabajo asalariado), fuera de la parcela, normalmente lo hacen solo los hombres. Algunas mujeres jóvenes trabajan como empleadas domésticas en ciudades cercanas o en la ciudad capital. La familia se constituye como unidad reproductiva de la fuerza de trabajo, donde los niños también se incorporan desde muy temprana edad, ya sea en la casa o en el campo.
Existe todavía una variante de lo que en algún tiempo fue la "mano vuelta". Esto consistía e la labor conjunta en el desmonte y siembra de una parcela retribuida por medio de una chichada ofrecida por el dueño de la parcela. Estas chichadas consisten en lo siguiente:
Cuando una persona requiere efectuar un trabajo que demanda abundante esfuerzo, por lo general solicita la participación de otros, en especial parientes cercanos y políticos, que viven en proximidad. El trabajo es entonces realizado en conjunto. El "dueño del trabajo", el que solicitó la ayuda, ofrece seguidamente una chichada y un buen almuerzo a quienes lo ayudaron, de esta manera les "paga".
Economía artesanal
Aunque la mayoría de hombres borucas se dedican a la agricultura, algunos tienen como oficio la artesanía: confección de canastos de bejucos y máscaras de madera hechas por hombres y, entre las mujeres, el hilado y tejido, trabajos que en los últimos años han tomado un gran auge y se han convertido en medios de subsistencia. Respecto del teñido del hilo, se han combinado las técnicas tradicionales con las de afuera, no así con el huso y el telar, que siguen siendo los tradicionales, construidos con madera de pejibaye (Guilielma utilis).
Un par de décadas atrás, las artes del tejido en algodón solo eran dominadas por unas cuantas mujeres indígenas (no más de cinco), quienes reconocieron la vital importancia de su significado y pacientemente fueron transmitiendo sus conocimientos a sus coterráneas. Las lecciones empezaron en los corredores de las casas, en pequeños ranchos, posteriormente, en las escuelas indígenas. Ahora, todas -o casi todas- las niñas, desde pequeñas edades ya están inmiscuidas en el aprendizaje de estas singulares obras de arte en algodón.
Tal ves se preguntarán ¿Porqué este cambio tan significativo? En realidad, no existe un estudio serio y formal sobre este cambio, pero me atrevo a afirmar que se debe a la fuente de ingresos económicos que representa la artesanía brunca.
Lo que no logró los continuos bombardeos para sensibilizar y fortalecer la identidad brunca, lo transformó en menos de una década la comercialización de este producto. Las diferentes agrupaciones artesanales (conformadas por hombres y mujeres), dan fe que este medio se ha convertido en una forma de atraer recursos económicos sanos para la comunidad.
Lo más interesante, es que las mujeres indígenas dominan este mercado, haciendo de ellas personas más independientes, por tanto, elevando su autoestima; aparte de que contribuyen con la economía familiar, superando muchas veces en ingresos económicos a sus compañeros o esposos.
Aunque aún les falta un par de elementos para consolidar este proceso, como serían la constante readecuación del producto artesanal (sin perder sus líneas tradicionales), a las necesidades del mercado y; eficientar sus canales de comercialización que siguen siendo dominado por los intermediarios.
Pero en síntesis, podemos decir que la comercialización de artesanías, además de ser generadora de una mejor calidad de vida, significa la trascendencia y sobre todo, la permanencia de una tradición milenaria.
Valores culturales
En la década de los años 70s, la comunidad indígena de Boruca sufrió un ingreso masivo de campesinos no indígenas, quienes llevaron sus propias formas de vida, que rápidamente fueron imitados por la cultura brunca; esto puso en serio riesgo los valores culturales indígenas. La prueba más palpable y evidente; los borucas perdieron prácticamente su idioma. Hoy, apenas unas cuantas abuelas lo dominan; otro tanto hace las generaciones que superan los 50 años, quienes medianamente lo dominan. Nuestras generaciones, apenas conocemos algunas pocas palabras.
El otro elemento tradicional de gran valor para los borucas -aparte de la artesanía-, es el conocido "Baile de los Diablitos", que como mencionamos con anterioridad, es una parodia de la lucha entre españoles e indígenas.
Es el reflejo fiel que por medio de la lucha armada, los borucas nunca fuimos "conquistados"; aunque posteriormente por medios religiosos fuimos avasallados.
Los "Diablitos", cada 30 de diciembre hasta el dos de enero de cada principio de año, recorren las casas de habitación, representando estas fieras luchas; el último día matan el toro (que representa a los españoles). El ciclo se cumple fielmente.
La atracción generada por estas fiestas tradicionales, atrae alrededor de unos 5 mil turistas nacionales y extranjeros, quienes ávidos de nuevas experiencias, se aventuran a conocer un poco de la historia brunca.
La combinación modernidad-tradición-historia, ha sido hábilmente conjugada por los bruncas. Escuela con centro de cómputo, televisión por satélite, emisora de radio, colegio..., ambas conviven, al tiempo que se fortalecen y ganan sus propios espacios. Es lo que llaman los indígenas "desarrollo con identidad".

2 comentarios:

Eugenia dijo...

Hola! Muy interesante el artículo. Me interesa proponer un negocio solidario a una mujer, o grupo de mujeres borucas que trabajen con tejidos. Tiene algún contacto de alguien al que le pueda interesar?

Rykardho dijo...

Mi mejor recomendación es que visite el pueblo de Boruca para que tenga más opciones de encontrar a alguna persona interesada en su propuesta solidaria. Me puede escribir al correo electrónico arayarr@bccr.fi.cr para indicarle como llegar y otros detalles.